BLOG DE MUSICA ▶️ BUSCAR TU MÚSICA Y ARTISTA-GRUPO ▶️ SEARCH YOUR MUSIC AND ARTIST-BAND

PAUL WELLER - Heliocentric - Album

Antes de que comiences a leer, permitirme adelantarte algo: "Heliocentric" no es un disco de grandes gestos, sino de pequeños destellos que se revelan con el tiempo. En este review te invito a redescubrir a Paul Weller en una de sus etapas más honestas y creativas, cuando decidió mirar hacia dentro y regalarnos uno de los álbumes más sólidos, y a menudo pasados por alto, de su carrera.

ALUM: Heliocentric


Año 2000. Mientras el mundo hacía balance del siglo XX y se entregaba a los presagios digitales del nuevo milenio, Paul Weller publicaba un disco introspectivo, cálido y sorprendentemente emocional. "Heliocentric" no llegó para romper moldes ni para deslumbrar a los titulares, sino para consolidar una madurez artística que pocos músicos logran alcanzar sin perder el pulso creativo. Es un álbum que no grita, pero resuena; que no busca ser revolucionario, pero se convierte en esencial cuanto más lo escuchas.

PAUL WELLER - Heliocentric - Album

Con alma analógica:


Grabado bajo la producción de Brendan Lynch, colaborador habitual de Weller, el nombre del álbum proviene de la consola Helios usada en el estudio, una referencia técnica que cobra peso simbólico: Paul Weller se coloca en el centro de su propio universo musical. Aquí no hay hits prefabricados ni fórmulas recicladas. Lo que encontramos es una paleta sonora más rica que nunca: arreglos de cuerdas a cargo de Robert Kirby, conocido por su trabajo junto a Nick Drake, estructuras poco convencionales y una interpretación que combina nostalgia y renovación.

A pesar de tener a viejos compañeros como Steve White o Steve Craddock en la formación, el álbum suena distinto a sus predecesores más inmediatos. Si Heavy Soul era rígido y algo obtuso, "Heliocentric" se siente más ligero, más humano, más vivo. No por ello abandona del todo los tonos sombríos: hay melancolía, sí, pero también hay afecto, sentido del humor y una esperanza que brota entre líneas.

Se revela con el tiempo:


El inicio puede parecer engañoso. “He’s The Keeper” arranca con guitarras eléctricas y un tono medio que sugiere continuidad con el pasado reciente de Weller. Pero pronto esas guitarras ceden paso a un enfoque más acústico y detallista. “Frightened”, por ejemplo, se sostiene sobre un delicado piano y unas cuerdas que acarician cada compás. La voz de Weller, cada vez más curtida, se coloca en primer plano sin necesidad de exhibicionismo.

“Sweat Pea, My Sweet Pea” es probablemente el número más íntimo del álbum, una canción sencilla, sin adornos innecesarios, que parece escrita para su hija. Es ese tipo de composición que no se puede forzar: ligera como una pluma, pero con la capacidad de permanecer durante años en la memoria del oyente.

“A Whale’s Tale” y “A Winter’s Tale” continúan ese tono narrativo, casi de fábula. Mientras tanto, “Back in the Fire” introduce un giro inesperado: un ritmo suave que recuerda a los momentos más atmosféricos de Pink Floyd, aunque sin perder nunca el arraigo en el soul y la canción de autor.

Dos canciones, una cima:


Y entonces llega el tramo que cambia las reglas del juego. “There’s No Drinking After You’re Dead” se presenta con una energía urgente, casi post-punk, que recuerda al Weller de The Jam, pero sin repetirlo. La canción se lanza sin respiro hacia “With Time & Temperance”, donde todo se serena de nuevo. Guitarras acústicas, cuerdas envolventes y una melodía circular crean un contraste que podría parecer imposible, pero aquí fluye con naturalidad. Es en esta transición donde Heliocentric alcanza su punto más alto.

Es curioso: ninguna de estas dos piezas funcionaria del todo en solitario, pero juntas conforman una experiencia que transforma el álbum. Es un momento que demuestra el dominio de Weller no solo como compositor, sino como arquitecto de álbumes completos.

Soul británico a lo progresivo y psicodélico:


“Picking Up Sticks” representa otro de los momentos álgidos, con su órgano hipnótico y sus juegos de textura que remiten a Blind Faith o incluso a Traffic. Aquí se nota lo que muchos críticos han pasado por alto: "Heliocentric" es un disco de arreglos y de transiciones, más que de estribillos. No busca ser inmediato, sino duradero.

El cierre, “Love-Less”, resume todo lo anterior: una balada con piano, arreglos de cuerda precisos y una trompeta que aparece justo cuando debe. Es una despedida elegante, serena, y profundamente emotiva.

El hombre, su voz y su historia:


Mucho se ha dicho de Paul Weller como “el Springsteen británico”. Ambos han sido prolíficos, coherentes y profundamente ligados a su país. Pero Paul Weller ha ido un paso más allá en su capacidad de transformación. No solo cambió de género varias veces, del punk a la neo-soul, de ahí al folk y al pop psicodélico, sino que cada etapa fue asumida con total credibilidad.

PAUL WELLER

Durante la era de The Jam, fue la voz de una generación desencantada. En The Style Council, exploró terrenos que muchos británicos blancos no se atrevían a pisar. Y en su carrera en solitario, especialmente en discos como este, ha demostrado que la madurez no implica repetirse, sino abrir nuevos espacios de expresión.

Una obra que envejece al revés:


Lanzado cuando Weller tenía 42 años, "Heliocentric" no tuvo un gran sencillo que lo impulsara. Tampoco ha sido señalado como su obra cumbre por la mayoría de críticos. Pero eso es, precisamente, lo que lo hace especial. Es un disco que no pretende ser un clásico y, sin embargo, con cada escucha va conquistando ese lugar por derecho propio.

Pocas obras logran sonar tan inglesas, tan personales y tan universales a la vez. Aquí están las raíces de The Faces, la influencia clara sobre bandas como Blur o Tame Impala, y la sutileza melódica de The Beatles en sus años más inquietos. Weller no cita referencias: las digiere y las transforma en algo nuevo.

Disco recomendado


"Heliocentric" es un álbum para descubrir sin prisas, para quienes disfrutan de la música que respira y evoluciona. No encontrarás en él grandes coros para corear en festivales, pero sí una colección de canciones que dialogan entre sí, guiadas por una voz que no se cansa de explorar.

Si estás buscando una joya escondida del britpop de transición al siglo XXI, este disco es una parada obligatoria. En un momento donde la autenticidad parece un recurso escaso, Paul Weller ofrece aquí una lección magistral de honestidad musical.

Escúchalo sin expectativas. Y vuelve. Te aseguro que brillará más con cada vuelta.

Video del tema "Love-Less":


Tracklist:

1. He’s The Keeper
2. Frightened
3. Sweet Pea, My Sweet Pea
4. A Whale’s Tale
5. Back In The Fire
6. Dust And Rocks
7. There’s No Drinking, After You’re Dead
8. With Time & Temperance
9. Picking Up Sticks
10. Love-Less

Personal:

  • Paul Weller – voz, guitarra, piano

  • Cliff Stapleton – zanfona
  • Steve Cradock – guitarra
  • Dominic Kelly – oboe
  • Brendan Lynch – teclados, percusión
  • Steve White – batería
  • Damon Minchella – bajo
  • Robert Kirby – arreglos de cuerda

10CC - The Original Soundtrack - Album (Revisited)

Algunos discos no solo marcan un momento, sino que capturan a una banda en la cima de su ambición, atreviéndose a desafiar los límites de lo que la música pop puede hacer. "The Original Soundtrack" de los ingleses 10cc es uno de esos álbumes excepcionales. Conocido por la hipnótica balada "I'm Not in Love", es mucho más que una maravilla de una sola canción. Es un viaje extraño, brillante y a menudo pasado por alto a través de la sátira, el desamor y la invención sonora. He aquí por qué aún merece toda tu atención.

ALBUM: The Original Soundtrack 


Hay álbumes que admiras y hay álbumes que transforman silenciosamente tu forma de escuchar música. "The Original Soundtrack" de 10cc, publicado en marzo de 1975, se sitúa firmemente en esta última categoría: un disco tan rico en inventiva, inteligencia y encanto que merece mucho más que la admiración de culto que a menudo recibe.

10CC - The Original Soundtrack - Album

En el corazón del álbum se encuentra la canción "I'm Not in Love", un himno inquietante y de ritmo lento sobre la negación y la vulnerabilidad emocional que se ha ganado con justicia un lugar entre las mejores canciones pop de todos los tiempos. Pero quedarse ahí sería pasar por alto un proyecto que, en esencia, es una de las declaraciones artísticas más audaces de mediados de los años 70 (siglo xx), una época en la que el rock se inflaba, el pop buscaba la opulencia y las bandas progresivas perdían el rumbo. De alguna manera, 10cc logró conectar todo esto y crear algo duradero.

Un breve vistazo a la banda:


Antes de su gran éxito, 10cc eran cuatro amigos de Manchester con una historia compartida de sencillos fallidos, trabajo de sesión y composición por encargo. Graham Gouldman ya había compuesto éxitos para "The Hollies" y "The Yardbirds"; Eric Stewart triunfó con "Wayne Fontana and the Mindbenders". Kevin Godley y Lol Creme, por su parte, probaron suerte como un dúo al estilo de Simon y Garfunkel, bajo el desafortunado nombre de "Frabjoy and the Runcible Spoon".

10CC banda inglés

Su verdadero poder surgió en Strawberry Studios, donde el cuarteto comenzó a grabar bajo sus propios términos. Para 1975, se habían convertido en una banda sin igual: cuatro vocalistas, cuatro compositores y cuatro multiinstrumentistas. Ese año, Mercury Records se arriesgó un millón de dólares con ellos tras escuchar solo una canción terminada: "I'm Not in Love". El álbum ya estaba terminado. El sello discográfico simplemente tuvo que darle al play.

Caos cinematográfico, puro pop:


"The Original Soundtrack" arranca con el tema "Une Nuit à Paris", una mini ópera de tres partes y casi nueve minutos que oscila entre la picardía de Montmartre, la exageración afrancesada y el vodevil de bar. No es solo una parodia desenfrenada de los clichés franceses, sino también la supuesta inspiración para la canción "Bohemian Rhapsody". Si Queen tomó notas o no es tema de debate, pero la ambición de la canción es innegable. Florituras de piano, superposiciones vocales y frases irónicas como "así se desmorona el croissant" la convierten en una introducción irresistible, aunque exagerada.

Video del tema "Une Nuit A Paris":

Luego llega la magnífica "I'm Not in Love". Hay un latido, sintetizadores apagados y entonces entra la voz ronca de Stewart: "No estoy enamorado, así que no lo olvides". La canción se construye sobre 256 bucles vocales sobregrabados y la voz susurrante de una secretaria que murmura "los chicos grandes no lloran". Se la ha calificado de revolución sónica, y con razón. No hay estribillo. No hay clímax. Solo el lento desenlace de un hombre que insiste en que está bien, pero claramente no lo está. Es melancólica, surrealista y absolutamente inolvidable.

La tercera canción, "Blackmail", te devuelve a la realidad. Una historia sensacionalista de extorsión y traición, desgarradora con una guitarra bluesera y un desglose disco que no debería funcionar, pero funciona. Es sórdida y teatral a partes iguales.

La cara B – Filosofía pop:

La segunda mitad del álbum comienza con "The Second Sitting for the Last Supper", un tema rockero con influencias gospel y lleno de alegre blasfemia. "Necesitamos un puñado de milagros", cantan, presentando el regreso de Jesús como un circo mediático. La voz de Godley se abre paso con fuerza, mientras la banda oscila entre el piano rock y la sátira mordaz.

"Next is Brand New Day", una balada engañosamente dulce interpretada en falsete. Bajo el tono esperanzador se esconde algo amargo, con versos como "No tienes dinero y tienes menos sentido común". Incluso hay un efecto de guitarra casero, el Gizmo, que añade un brillo fantasmal.

"Flying Junk" oscurece aún más el tema, una advertencia a medio tiempo envuelta en metáforas de drogas. Se trata de un barco, insiste la banda, pero el subtexto habla más alto. E incluso aquí, el don de 10cc para el humor aflora en giros sonoros y pullas líricas.

Luego llega "Life Is a Minestrone", el segundo éxito británico de la banda del álbum. Es una alegre absurdidad, llena de metáforas culinarias y delicias sin sentido: "La muerte es una lasaña fría suspendida en el congelador". Escrita en un solo día, es quizás el sencillo pop más extraño que jamás haya llegado al Top 10, y eso es mucho decir.

Finalmente, "The Film of My Love" hace que el álbum se desarrolle como un montaje de créditos finales. Gouldman canta como un auténtico crooner, mientras Godley y Creme recurren a todos los trucos musicales que encuentran —mandolinas, bongós, cuerdas, en un homenaje irónico a los clichés románticos. Es boba, grandiosa y sorprendentemente conmovedora.

Legado, influencia y la gran "y si":


A pesar de alcanzar el número 3 en las listas de éxitos del Reino Unido y de haber colocado a 10cc en el Top 20 de Estados Unidos, "The Original Soundtrack" nunca se ganó su lugar en el canon cultural. Quizás fue demasiado ingeniosa o demasiado extraña. Quizás cuatro cantantes eran simplemente demasiados para que la historia del pop los pudiera digerir.

Pero su influencia es innegable. Artistas desde "Air" hasta "The Flaming Lips" la citan como inspiración. Trevor Horn atribuye a I'm Not in Love el modelo de sus exuberantes producciones de los 80. Y es difícil no encontrar ecos de "Une Nuit à Paris" en todo, desde el teatro musical hasta el pop experimental.

La banda se disolvió tan solo un año después. Godley y Creme se marcharon para explorar el video y el trabajo conceptual, mientras que Gouldman y Stewart continuaron bajo el nombre de 10cc, lanzando el éxito "The Things We Do for Love" antes de desaparecer lentamente del panorama general.

Por qué este álbum merece tu tiempo ahora:


Escuchar "The Original Soundtrack" hoy es como abrir una cápsula del tiempo llena no solo de sonido, sino también de riesgo, humor y creatividad pura. Es un álbum que se niega a quedarse quieto, que convierte la música pop en arte sin perder nunca su sentido del humor.

Disco recomendado


No hay relleno, solo algunos momentos más desafiantes (Flying Junk y Brand New Day pueden requerir un par de escuchas). Pero al tomar distancia y observar el panorama completo, desde los inicios operísticos hasta los susurrantes desengaños, queda claro que este es uno de los discos pop más audaces de su época.

Si buscas redescubrir una joya olvidada, o simplemente quieres comprender dónde encontraron sus raíces los artistas actuales que desdibujan los géneros, "The Original Soundtrack" no solo vale la pena escucharlo, sino que lo exige.

Video del tema "I´m Not in Love":

Tracklist (formato LP original):

Cara A:

1. "Une nuit a Paris"

"One Night in Paris"
"The Same Night in Paris"
"Later That Same Night in Paris" 8:40

2. "I'm Not in Love" 6:08
3. "Blackmail" 4:28

Cara B:

4. "The Second Sitting for the Last Supper" 4:25
5. "Brand New Day" 4:04
6. "Flying Junk" 4:10
7. "Life Is a Minestrone" 4:42
8. "The Film of My Love" 5:07

10cc:

  • Eric Stewart: voz principal (1-6) y coros (1, 3-5, 7, 8), guitarras eléctricas (3-8) y de acero (1, 3), piano eléctrico Fender Rhodes (2, 4, 6), piano (3, 4, 6), órgano (8), percusión (8).

  • Lol Creme: voz principal (1, 3, 7) y coros (todas las pistas), piano (todas menos 3), piano eléctrico Fender Rhodes (1, 7), órgano (3), sintetizador Moog (5), percusión (1, 4, 7, 8), guitarras eléctricas (4, 7) y acústicas (6), Gizmo (3, 5), vibráfono (1), violines (5), autoarpa (6), mandolina (8).

  • Graham Gouldman: voz principal (1, 3, 8) y coros (todas menos 8), bajo (todas las pistas), guitarras eléctricas (2-4, 7, 8) y acústicas. (6, 7), percusión (1), contrabajo (5), autoarpa (6), mandolina (8)

  • Kevin Godley: voz principal (1, 3, 5) y coros (todas las pistas), batería (1, 3, 4, 6, 7), bombo (5), timbales (1, 5), marimba (5), timbales (7), bongós (8), percusión (1, 4, 6–8), sintetizador Moog (2), violonchelos (5)

Técnica:

  • 10cc: producción

PINK FLOYD at Pompeii - MCMLXXII (2025 Remastered)

Antes de que The Dark Side of the Moon los convirtiera en un fenómeno global, Pink Floyd era una banda a la deriva en paisajes sonoros cósmicos, impulsada más por la experimentación que por la ambición. "Pink Floyd at Pompeii – MCMLXXII", la versión remasterizada en 2025 de su legendario concierto de 1972, captura este momento de transición con una claridad impactante. Presentada sin público en las ruinas de un antiguo anfiteatro romano, esta reedición invita a los oyentes a sumergirse en el corazón de los años de formación de la banda, donde los ecos rebotan en la piedra, la música respira libremente y el futuro aún está por escribir.


ALBUM: Pink Floyd at Pompeii – MCMLXXII (2025 Remastered)


Hay algo inherentemente cinematográfico en Pink Floyd. Desde las texturas melancólicas de "Meddle" hasta la narrativa extensa de "The Wall", esta banda siempre pintó con ambición cinematográfica. Pero mucho antes de que la maquinaria comercial de giras por estadios y mega-álbumes conceptuales tomara el control, existía "Pompeii". Filmada a la sombra del Vesubio, interpretada sin público y ahora renacida en 2025 como "Pink Floyd at Pompeii – MCMLXXII", esta icónica grabación finalmente ha recibido la restauración que merece, una que posiblemente no necesitaba.

PINK FLOYD at Pompeii - MCMLXXII (2025 Remastered)

Sí, los motivos de Sony pueden ser claros. Tras gastar cientos de millones en los derechos del catálogo de Pink Floyd, una reedición pulida de una película de concierto ya reeditada es más una jugada comercial que una resurrección artística. Pero a veces, incluso las ganancias económicas pueden tener una extraña belleza.

El álbum como máquina del tiempo:


Aclaremos esto: si ya tienes la caja de The Early Years o Obfusc/ation de 1972, puede que no necesites esta nueva versión. La remezcla Dolby Atmos de Steven Wilson es elegante y espaciosa, tan sutil que solo los oídos más dedicados notarán la diferencia. Sin embargo, "Pompeii – MCMLXXII" es más que una actualización sonora. Es una invitación a un momento específico: octubre de 1971, cuando cuatro jóvenes entraron en las ruinas de un anfiteatro romano e hicieron eco del sonido a través del tiempo.

Este no es solo un álbum en vivo. Es Pink Floyd antes del maremoto de The Dark Side of the Moon, aún inmerso en exploraciones libres e improvisaciones sobrenaturales. Sin público de estadio, sin teatralidad conceptual, solo instrumentos, aire, luz y piedra.

Ecos entre las cenizas:


El álbum abre con Echoes Part 1, y pocos comienzos musicales se sienten tan inmersivos. El minimalista "ping" del piano de Richard Wright florece en una de las subidas de guitarra más evocadoras de David Gilmour. Hay una contención inquietante, como si invocaran algo de las profundidades de la tierra. La decisión de dividir Echoes en dos partes en este lanzamiento puede frustrar a los puristas, pero la interpretación en sí sigue siendo impresionante.

Video del tema "Echoes" Part 1:

La verdadera joya, sin embargo, es "Careful With That Axe, Eugene". En teoría, es una maravilla de un solo riff. En la práctica, es aterradora. Los susurros de Roger Waters y el grito final explotan como el mismísimo Vesubio, acentuados por los salvajes gruñidos de guitarra de Gilmour y los paisajes sonoros disonantes de Wright. Es uno de esos cortes donde la banda no toca para el público, toca para los fantasmas.

De la aleatoriedad al ritual:


Mucho se ha dicho de "A Saucerful of Secrets" por ser "aleatoria", y quizás todavía lo sea, pero en el mejor sentido. Es el sonido de una banda que intenta articular algo incognoscible. La batería de Nick Mason aquí se siente a la vez tribal y mecánica, mientras que los lamentos sin palabras de Gilmour durante la sección Voces Celestiales se encuentran entre sus interpretaciones más emotivas. En esta versión de 2025, la mezcla le brinda una paleta sonora más amplia para explorar, con su larga melena ondeando al viento como un chamán surrealista del rock.

PINK FLOYD at Pompeii

Luego está "One of These Days". La versión de estudio de Meddle es una tormenta; esta versión es una tempestad filmada en gran angular. La famosa amenaza hablada ("Un día de estos te voy a cortar en pedacitos") impacta con más fuerza cuando no hay público que la aclame. La mezcla de Steve Wilson no intenta reinventar la rueda, pero sí permite que la batería de Mason golpee como olas, implacable y exigente.

Luz solar ancestral y fuego sónico:


"Set the Controls for the Heart of the Sun" merece una mención especial. Es quizás el tema más logrado de este lanzamiento. Los motivos orientales, el pulso hipnótico, la sensación de navegación celestial... es psicodélico, sí, pero no sin rumbo. Hay control y gracia. Los teclados de Wright brillan como olas de calor que surgen de piedras antiguas, y la paciencia de la banda al dejar que la pieza se desarrolle dice mucho de su confianza en esta etapa.

Menos lograda es "Mademoiselle Nobs", un tema de blues novedoso con Dave Gilmour en la armónica y un perro aullando. Es corto e inofensivo, pero su presencia se siente más como una nota al pie que como un final. Quizás sea un momento de ligereza después de la intensidad, pero no está a la altura de la carga espiritual de lo que lo rodea.

La película, el formato y la sensación:


Rodada originalmente en 16 mm y ahora restaurada en 4K, Pompeya – MCMLXXII no es impecable. Algunos podrían encontrar granulado el escalado IMAX. Pero esa es la cuestión. No se trata de un producto pulido, sino de un documento histórico. El contraste visual entre el equipo minimalista de la banda y las enormes ruinas que la rodean sólo refuerza el mito. Sin pirotecnia en el escenario. Sin fans gritando. Solo rock al desnudo.

La idea original del director Adrian Maben, capturar una actuación en directo sin distracciones, funciona incluso mejor ahora que en 1972. Sin el ruido del público, se oye todo. El zumbido de un amplificador. La respiración entre versos. El viento que susurra en el coliseo. Hay espacio para que la música respire y para que el oyente respire con ella.

Y luego está la grabación de la banda de vuelta en Londres, experimentando en Abbey Road con lo que más tarde se convertiría en "The Dark Side of the Moon". Están en el comedor pidiendo el desayuno, riendo, construyendo algo monumental sin darse cuenta aún de lo enorme que llegaría a ser.


Entonces, ¿por qué volver a Pompeya? ¿Por qué ahora?


Porque en 2025, la música rock puede parecer demasiado manipulada, demasiado explicada. Y, sin embargo, aquí tenemos a una banda de hace medio siglo, tocando sin pretensiones, que aún logra sonar como si buscara algo inalcanzable. No se trata solo de nostalgia, se trata de redescubrimiento.

No, no necesitas MCMLXXII si ya tienes una edición anterior. Pero si nunca has experimentado a Pink Floyd antes de The Dark Side of the Moon, o si solo los conocías como leyendas de la radio, este es el disco ideal. Muestra a la banda en transición, experimental, incierta e infinitamente fascinante.

Disco recomendado

Si estás listo para adentrarte más en lo que era Pink Floyd antes de convertirse en un nombre conocido, "Pink Floyd at Pompeii – MCMLXXII" es un capítulo vital. Captura no solo el sonido de una banda en evolución, sino también la sensación de una época en la que hacer música era exploración, no ejecución.

Ya sea que seas nuevo en Pink Floyd o estés buscando reconectarte con la versión de la banda que llevó su incertidumbre con orgullo, este es un álbum y una película que recompensa la escucha atenta y los oídos abiertos.

Video de Pink Floyd at Pompeii – MCMLXXII - Official Trailer:

Tracklist:

Pink Floyd at Pompeii – MCMLXXII – 2025 Remastered

1."Pompeii Intro"
2."Echoes, Part 1"
3."On The Run" (studio footage)
4."Careful With That Axe, Eugene"
5."A Saucerful Of Secrets"
6."Us and Them" (studio footage)
7."One of These Days
8."Set the Controls for the Heart of the Sun"
9."Brain Damage" (studio footage)
10"Mademoiselle Nobs"
11."Echoes, Part 2"

Pink Floyd:

  • Roger Waters: bajo, guitarra rítmica en "Mademoiselle Nobs", gong, platillos, gritos y palabras habladas en "Careful with That Axe, Eugene", voz principal en "Set the Controls for the Heart of the Sun", piano adicional en "Echoes".

  • David Gilmour: guitarra principal, guitarra slide, armónica en "Mademoiselle Nobs", voz principal en "Echoes", voz en "Careful with That Axe, Eugene" y "A Saucerful of Secrets", voz adicional en "Set the Controls for the Heart of the Sun".

  • Richard Wright: órgano Hammond, órgano Farfisa, piano de cola, voz principal en "Echoes", VCS 3 en "Pompeii" (introducción).

  • Nick Mason: batería, percusión, fraseo vocal en "One of These Days".

THE LOTUS EATERS - No Sense of Sin - Album (Revisited)

Si eres como yo, hay álbumes que no se quedan en la estantería, sino que viven en tus recuerdos, marcando etapas de tu vida con su sonido. Hoy quiero compartir contigo uno de esos discos excepcionales. Es un debut que pasó desapercibido para muchos, pero que se ha convertido silenciosamente en uno de mis favoritos: "No Sense of Sin" de la banda británica The Lotus Eaters. Dejarme escribir por qué esta joya olvidada de 1984 sigue sonando tan atemporal, y por qué quizá tú también lo encuentres encantador.

ALBUM: No Sense of Sin 


Los primeros años de los 80 (siglo XX) fueron una época curiosa para los amantes de la música. En una década que oscilaba entre la euforia neón y una melancolía profunda y melancólica, el dúo inglés The Lotus Eaters creó discretamente "No Sense of Sin", un álbum que se asemeja tanto a un diario secreto como a una colección de brillantes canciones pop. Publicado en 1984 por Arista Records, contiene uno de los himnos más bellos de la época, el sencillo "The First Picture of You", pero el álbum ofrece mucho más que un simple éxito.

THE LOTUS EATERS - No Sense of Sin - Album (1984)

En un panorama musical donde la imagen reinaba y los sintetizadores comenzaban su dominio, "No Sense of Sin" se distinguía. Susurraba en lugar de gritar. Abrazaba la vulnerabilidad sin cinismo. Al escucharlo hoy, sigue siendo una pequeña obra maestra subestimada, una frágil joya de una década compleja.

¿Quiénes eran The Lotus Eaters?


The Lotus Eaters, con la voz penetrante de Peter Coyle y la delicada guitarra de Jeremy Kelly como base, surgieron de la fértil escena post-punk de Liverpool (UK). Mientras contemporáneos como The Smiths comenzaban a encabezar el cartel, The Lotus Eaters siguieron un camino más sutil. Sus canciones no rugían de ira ni se pavoneaban con bravuconería. En cambio, irradiaban una belleza introspectiva, combinando guitarras pop tintineantes y melodías cinematográficas en una atmósfera de melancólica añoranza.

The Lotus Eaters - banda británica

Coyle, con su voz etérea pero a la vez firme, parecía capturar el vaivén emocional de la adolescencia: la esperanza, la angustia, el anhelo de ser diferente, pero también el terror de la soledad. En otra vida, podría haberle arrebatado la "Corona del Saco Triste" de la cabeza a mismísimo Morrissey.

Un tapiz emocional:


Desde las primeras notas de "German Girl", queda claro que "No Sense of Sin" es más que una simple colección de canciones pop. Es un fresco cuidadosamente elaborado de sueños de juventud y desilusión agridulce.

"Love Still Flows" brilla con un piano suave y una guitarra vibrante, creando una atmósfera que evoca el primer cálido día de primavera tras un largo invierno. En "Can You Keep a Secret", dos jóvenes amantes parecen vivir en un mundo creado por ellos mismos, aislados pero invencibles. Estos primeros temas marcan la pauta: canciones que hablan menos de fuegos artificiales y más de momentos tranquilos, casi sagrados, de claridad emocional.

"Out on Your Own" y "Put Your Touch on Love" ofrecen cambios sutiles, manteniendo la delicadeza característica del álbum, pero explorando matices más profundos de melancolía. Sin embargo, la producción, con tres productores diferentes, a veces diluye las intenciones más puras de la banda. Temas como "Alone of All Her Sex", por ejemplo, sufren un poco por la contundencia de la batería, especialmente en comparación con la magia cruda de sus "John Peel Sessions" cortes.

Aun así, cuando el álbum se eleva, se eleva. "Set Me Apart", con su violín arrollador y su sincera súplica, demuestra la capacidad de la banda para combinar la vulnerabilidad con paisajes sonoros grandiosos y emotivos. Y, por supuesto, "The First Picture of You" se yergue imponente, un momento pop inmortal. Mientras Coyle canta sobre flores que gritan... alegría, las guitarras te elevan y te llevan a un recuerdo iluminado por el sol que parece casi demasiado perfecto para pertenecer a la vida real.

Por qué no conquistaron el mundo:


En una época dominada por imágenes glamurosas y una auto-mitificación aguda, The Lotus Eaters parecían demasiado sinceros para su propio bien. Mientras Boy George, Annie Lennox y Martin Fry deslumbraban con su extravagancia visual, Coyle y Kelly, sentados con las piernas cruzadas, intentaban con ahínco explorar el lado más tierno de la naturaleza humana a través de la música.

Irónicamente, su autenticidad pudo haber sido su perdición. Carecían del refinamiento y el dramatismo que el público del New Wave esperaba. Y aunque "No Sense of Sin" rebosa de melodías exuberantes y letras emotivas, llegó a un mercado que priorizaba el espectáculo sobre la sutileza.

Además, "The First Picture of You" fue difícil de igualar. Sencillos posteriores como los maravillosos "You Don't Need Someone New" y "Set Me Apart" insinuaron nuevos rumbos, pero no lograron entrar significativamente en las listas. Cuando el álbum finalmente llegó a las tiendas, The Lotus Eaters ya estaban siendo archivados silenciosamente como maravillas de un solo éxito.

Video del tema "Set Me Apart":


El contexto más amplio de los 80:

Es importante recordar el clima cultural general. Para 1984, el post-punk se había fracturado en múltiples direcciones: algunas se inclinaban hacia la oscuridad (The Cure, Joy Division), otras hacia un escapismo brillante, impulsado por sintetizadores (Depeche Mode). The Lotus Eaters se situaban en un punto intermedio, ofreciendo canciones que se sentían atemporales en su tristeza, pero esperanzadoras en sus melodías.

Hay una profundidad filosófica en "No Sense of Sin" que es fácil pasar por alto. El deseo de Peter Coyle de explorar "el orden a partir del caos" a través de la delicada música pop resuena aún hoy, especialmente en un mundo que aún negocia el equilibrio entre la sensibilidad y la fuerza. Su voz, a menudo buscando algo inalcanzable, encarna un anhelo muy humano: de conexión, de comprensión, de un mundo más amable.

Una influencia duradera:


Al escucharlo ahora, "No Sense of Sin" sigue sonando fresco. De hecho, podría decirse que suena más relevante hoy que cuando se publicó. La introspección, la maestría, el romanticismo sin ironía: estas son cualidades que resuenan en una generación cada vez más atraída por la autenticidad sobre el espectáculo.

Si eres fan del indie pop tierno, de la música que huye de lo obvio y abraza la belleza serena, "No Sense of Sin" merece tu exploración. Ya sea que te atraiga la suave melodía de "Love Still Flows" o te sientas atormentado por el dolor agridulce de "Start of the Search", el álbum ofrece un mundo en el que puedes perderte.

Disco recomendado


Hay álbumes que admiras y álbumes con los que convives. "No Sense of Sin" es de estos últimos. Es un compañero tranquilo para las tardes solitarias, un bálsamo reconfortante para las noches de insomnio. Te invita a mirar hacia dentro en lugar de hacia fuera, a celebrar la fragilidad en lugar de esconderte de ella.

Décadas después de su lanzamiento, "No Sense of Sin" sigue siendo para mi un clásico de culto con razón. Es el tipo de disco que no te llama la atención a gritos, simplemente espera a que lo descubras.

Si buscas música que se sienta como un secreto susurrado, dale a "No Sense of Sin" un lugar en tu colección musical. Créeme, es un disco al que querrás volver una y otra vez.

Video del tema "First Picture of You":

Tracklist (Formato vinilo LP original):

Cara A:

1. "German Girl"         3:10
2. "Love Still Flows"                 3:57
3. "Can You Keep a Secret" 3:10
4. "Out on Your Own"         3:55
5. "Put Your Touch on Love"      3:55
6. "Too Young"                 2:49

Cara B:

1. "Set Me Apart"                 3:56
2. "You Fill Me with Your Need" 3:39
3. "The First Picture of You" 3:36
4. "Alone of All Her Sex" 2:48
5. "When You Look at Boys" 3:59
6. "Start of the Search" 3:24

The Lotus Eaters

  • Peter Coyle – intérprete, producción
  • Jeremy Kelly – intérprete, producción

  • Gerrard Quinn – intérprete, producción

Personal técnico:

  • Bob Sargeant – producción (pistas A3, A6, B1, B2, B4 y B6)
  • Dale Griffin – producción (pista B5)
  • Nigel Gray – producción (pista B3)

SHARP PINS - Radio DDR - Album

A mi siempre me ha gustado el jangle-pop y, de vez en cuando, surge una nueva banda que se siente como un descubrimiento dentro de este estilo. Sharp Pins, el proyecto solista de Kai Slater, captura ese momento. Con raíces en la vibrante escena indie de la ciudad de Chicago (EE.UU), su música combina melodías nostálgicas con una urgencia juvenil imposible de ignorar. Al adentrarnos en su álbum "Radio DDR", queda claro que Sharp Pins no solo forman parte de la conversación, sino que están a punto de liderarlo. 

ALBUM: Radio DDR 


Cuando se trata de capturar la electrizante sensación de ser joven, enamorado y gloriosamente incierto, pocos discos de este año se acercan a "Radio DDR", el último lanzamiento de Sharp Pins. Reeditado oficialmente el 21 de marzo de 2025, este disco merece más que una simple mención pasajera. Es una inmersión vigorizante e irresistible en guitarras vibrantes, nostalgia embriagadora y reflexiones agridulces sobre el tiempo que se nos escapa.

SHARP PINS - Radio DDR - Album - 2025

Sharp Pins es la aventura en solitario de Kai Slater, también conocido como el líder de la emergente banda de noise-punk de Chicago, Lifeguard, y la mente detrás del célebre fanzine Hallogallo. Mientras que su trabajo con Lifeguard presenta un sonido crudo y confrontativo, Sharp Pins se inclina hacia un power pop lo-fi brillante y cálido. Piensa en la magia melódica de Guided by Voices, los rasgueos melancólicos de The Kinks o la vibrante melancolía de los mejores momentos de Elephant 6. Sin embargo, Sharp Pins no se limita a combinar influencias. En "Radio DDR", Slater crea un mundo íntimamente suyo.

Más allá de la nostalgia:


Desde el inicio de "Every Time I Hear", "Radio DDR" marca su tono: brillante pero conmovida, rebosante de la urgencia que solo alguien consciente de su fugaz juventud puede transmitir. Slater, con tan solo 20 años, se adentra por completo en un tema universal y profundamente personal: la euforia y el dolor simultáneos de crecer.

SHARP PINS - banda

Canciones como "You Have A Way" y "Is It Better" no se conforman con regodearse en las vibras retro. Persiguen el tiempo mismo, con letras llenas de anhelo por aferrarse a los segundos fugaces y estribillos diseñados para cantar a coro improvisados. La sinceridad de Slater brilla sin caer en el sentimentalismo; en cambio, equilibra la invencibilidad de la juventud con un temor latente de que este momento, este sentimiento, pueda ser el mejor de la vida.

Un sonido casero:


Uno de los logros más notables de Radio DDR es su sonido tan auténtico. A pesar de sus humildes orígenes de grabación casera, el álbum se siente expansivo y plenamente desarrollado. Las guitarras resuenan como cielos abiertos; las líneas de bajo rebotan con una claridad renovada, e incluso la batería, antes elástica y distante en el debut de Sharp Pins, Turtle Rock, ahora impacta con una inmediatez satisfactoria.

Video del tema "Sycophant":

Las once canciones originales del álbum (ampliadas a catorce en la reedición) fluyen como un mixtape cuidadosamente seleccionado. "Lorelei" brilla como la luz del sol abriéndose paso entre las nubes de tormenta, mientras que "Circle All The Dots" y "If I Was Ever Lonely" flirtean con el soul de los 60 y las influencias del country polvoriento de los 70 sin perder su esencia. "Sycophant" y "Chasing Stars" bajan el ritmo a ritmo de balada, revelando el talento de Slater para crear melodías conmovedoras que te dejan paralizado.

Sin embargo, incluso cuando el ritmo baja, la carga emocional nunca lo hace. Estas canciones tienen un pulso: un corazón acelerado, un deseo desesperado de capturar un instante fugaz antes de que se disuelva en la memoria.

Sharp Pins, el proyecto solista de Kai Slater


Disco recomendado


En un panorama musical obsesionado con la novedad y la refinada calidad, "Radio DDR" es un cálido refugio. Nos recuerda que no se necesitan estudios millonarios para crear algo bueno, solo una guitarra, un corazón abierto y la voluntad de capturar las emociones fugaces que definen quiénes somos.

"Radio DDR" de Sharp Pins no es solo un álbum para escuchar; es uno que habitas. Un disco para escuchar en viajes por carretera, paseos nocturnos o momentos en los que necesitas recordar cómo se sentía ser inquebrantablemente joven, aunque solo sea por un ratito. En mi caso, la juventud es ya pasado y me gusta revivir.

Si buscas un nuevo álbum de 2025 que te recuerde a un viejo amigo, "Radio DDR" te espera. ¡Disfrútalo!

Video del tema "Circle all the Dots":


Tracklist (reissue LP):

A1 Every Time I Hear
A2 Lorelei
A3 You Don't Live Here Anymore
A4 If I Was Ever Lonely
A5 Circle All The Dots
A6 Sycophant
A7 You Have A Way

B1 When You Know
B2 Chasing Stars
B3 Is It Better
B4 Race For The Audience
B5 I Can't Stop
B6 Storma Lee
B7 With A Girl Like Mine

THE CHURCH - Starfish - Album (Revisited)

Antes de empezar, déjame decirlo sin rodeos: "Starfish" no es solo uno de mis discos favoritos de los 80 (siglo XX), sino uno de esos raros álbumes que todavía me sorprende, incluso después de décadas escuchándolo. Como fan de la banda australiana The Church desde hace mucho tiempo, siempre he admirado su capacidad para moverse entre mundos: psicodelia, post-punk, dream pop, sin perder jamás su propia identidad, extraña y hermosa. Pero "Starfish" es algo completamente distinto. Es donde todo se alinea: el sonido, las canciones, el misterio. Tanto si nunca has oído hablar de The Church como si solo conoces su gran single "Under the Milky Way", este álbum merece toda tu atención. Por eso quiero recomendarlo (revisited) a los lectores de este blog de música.

ALBUM: Starfish 


Cuando The Church publicó "Starfish" en febrero de 1988, pocos podrían haber predicho que un enigmático grupo de rock de Sydney, Australia, produciría un álbum que, sutil pero poderosamente, resonaría en todos los continentes. En una década saturada de brillo, reverberación y peinados extravagantes, "Starfish" fue una excepción, un álbum que se sintió menos como un grito y más como un susurro llevado por el viento. Un susurro que, contra todo pronóstico, se convertiría en el disco más exitoso de The Church, obteniendo disco de oro en Estados Unidos con más de 600.000 copias vendidas.

THE CHURCH - Starfish - Album (1988)

Aunque la atención se centró inevitablemente en el conmovedor éxito "Under the Milky Way", lo que subyace es una colección de canciones con cuerpo y matices que reflejan una banda en transición, tanto musical como personal.

The Church encuentra su brújula en Los Ángeles:


Hasta ese momento, The Church se había labrado una respetable reputación en Australia y Europa, pero "Starfish" marcó un giro radical: su primera grabación fuera de Australia, bajo la dirección de los reconocidos productores angelinos Greg Ladanyi y Waddy Wachtel. Conocidos por su trabajo con artistas como Don Henley y Stevie Nicks, este equipo aportó una producción pulida y espaciosa que frenó las tendencias psicodélicas de The Church y le dio a la música un toque más nítido, ideal para la radio.

The Church - banda - 1988

No siempre fue una colaboración cómoda. Como recordaría más tarde el guitarrista Marty Willson-Piper, el estilo suelto y atmosférico de la banda a menudo chocaba con la obsesión de los productores por el tempo y el control. El baterista Richard Ploog, en particular, tuvo dificultades para adaptarse, tanto que el legendario músico de sesión Russ Kunkel fue contratado discretamente para tocar la batería en "Under the Milky Way".

Sin embargo, a pesar de toda la tensión, esa fricción pudo haber sido justo lo que "Starfish" necesitaba.

Sonido espacioso y conectado:


Las diez canciones de "Starfish" logran un equilibrio inusual: sobrias pero ricas, contenidas pero con gran potencia emocional. Desde la inquietante y etérea "Destination", la primera canción, hasta el agridulce "Hotel Womb", el disco evoca un paisaje tan vasto como el desierto australiano y tan enigmático como el cosmos.

Las letras son a menudo crípticas, poéticas sin ser pretenciosas. El barítono de Steve Kilbey rara vez se impone, perdura, sugiere. Tomemos como ejemplo la frase de Destination: "No es una religión, es solo una técnica". Podría tratarse de meditación, música o algo completamente interno. Esa ambigüedad forma parte de su atractivo.

La característica interacción de guitarras gemelas de la banda, entre Willson-Piper y Peter Koppes, es más rica que nunca. Canciones como "North, South, East and West" presentan riffs entrelazados que alternan entre arpegios vibrantes y acordes potentes y densos. Mientras tanto, "Antenna" y "Lost" se despliegan lentamente, como un time-lapse de nubes formándose sobre un desierto.

Incluso la producción, a veces criticada por esterilizar los instintos más salvajes de la banda, le otorga al álbum una claridad que ha envejecido notablemente bien. Donde muchos álbumes de los 80 ahora suenan atrapados en el ámbar, "Starfish" todavía se siente, si no exactamente moderno, sí atemporal.


El single:


Resulta irónico que "Under the Milky Way", la canción que definiría el legado de The Church, se considerara inicialmente un descarte. Coescrita por Kilbey y su entonces pareja, Karin Jansson, comenzó como una maqueta antes de ser transformada, casi quirúrgicamente, por técnicos de estudio con un Synclavier y músicos de sesión.

El resultado final es extraordinario. La introducción acústica de 12 cuerdas, acompañada de la guitarra eléctrica suavemente distorsionada de Peter Koppes, se convierte en una meditación dolorosa sobre el anhelo y la escala cósmica. Y luego, ese solo con sonido de gaita creado con samples invertidos.

La banda, inicialmente ambivalente, quedó atónita con la respuesta del público. La canción alcanzó el puesto número 24 en el Billboard Hot 100 de EE. UU., se convirtió en un clásico de MTV y más tarde aparecería en todo tipo de temas, desde Donnie Darko hasta anuncios de Subaru. El propio Kilbey dijo una vez que había crecido "más que la banda".

Video del tema "Under The Milky Way":


No es solo un álbum de una sola canción:


Pero "Starfish" no se basa en un solo momento de magia. Ni mucho menos. De hecho, algunos de los momentos más impactantes del álbum se encuentran en otras partes.

Contraportada del álbum STARFISH

"Reptile", el otro sencillo del álbum, es un estallido de paranoia áspero y tenso, con su riff inicial memorable al instante, su letra cáustica y extraña: "Te deslizas con un aguijón en la cola". Sigue siendo uno de los clásicos en vivo de la banda hasta el día de hoy.

Luego está "Hotel Womb", el cierre, una canción que el guitarrista Marty Willson-Piper ha calificado como su favorita del álbum. Comienza con acordes oníricos antes de convertirse en un ritmo hipnótico que gradualmente se desarrolla hasta un crescendo de guitarra apasionado. Es una de las canciones más emotivas que la banda jamás grabó, y una despedida perfecta.

Incluso temas profundos como "Spark", escrita e interpretada por Willson-Piper, ofrecen un contraste bienvenido: una explosión de energía new wave más corta y contundente que, de alguna manera, no desentona con los temas más lánguidos.


Las consecuencias y el resplandor:


El éxito comercial de "Starfish" catapultó a The Church a la fama mundial durante un breve periodo. Su siguiente disco, Gold Afternoon Fix, fracasó debido a la presión del sello y a conflictos internos. Ploog dejaría la banda poco después. Salvo por un breve periodo, The Church fueron los favoritos internacionales, acaparando portadas de revistas, agotando entradas y conquistando a oyentes que nunca habían oído hablar de sus anteriores LPs, "Of Skins and Heart" o "The Blurred Crusade".

A pesar de su refinamiento, "Starfish" es un álbum nacido de la contradicción. Se creó en tensión, entre el deseo de libertad de la banda y la insistencia de los productores en el orden. Fue concebido en la expansión sintética de Los Ángeles por un grupo de artistas más a gusto con la belleza caótica de la experiencia interior. Y fue elevado por una canción que la banda casi descartó.

The Church - Banda - 1988

Disco recomendado


Hay una razón por la que "Starfish" sigue siendo descubierto por nuevos oyentes décadas después de su lanzamiento. No es solo nostalgia. Este disco aún habla, de forma silenciosa y conmovedora, de algo elemental: el dolor de la distancia, la atracción de la belleza, la búsqueda de algo inalcanzable.

Si te encantan las guitarras soñadoras, las letras filosóficas o simplemente quieres escuchar algo de los 80 que no suene a los 80, entonces "Starfish" debería estar en tu colección. Es un disco de atmósfera, no de actitud. Y a veces, eso es justo lo que necesitamos. Magnífico, me encanta.

Video del tema "Hotel Womb":


Tracklist (versión original):

1. "Destination" 5:51
2. "Under the Milky Way" 4:57
3. "Blood Money" 4:23
4. "Lost" 4:47
5. "North, South, East and West" 4:59
6. "Spark" 3:45
7. "Antenna" 3:51
8. "Reptile" 4:56
9. "A New Season" 2:58
10. "Hotel Womb" 5:40

The Church (Banda):

  • Steve Kilbey – Bajo, Voz principal
  • Marty Willson-Piper – Guitarras, Voz principal en "Spark"
  • Peter Koppes – Guitarras, Voz principal en "A New Season"
  • Richard Ploog – Batería, Percusión

Personal adicional:

  • Greg Kuehn – Teclados
  • Russ Kunkel – Batería y percusión (2)
  • David Lindley – Mandolina (7)
  • Awesome Welles – Synclavier
  • Waddy Wachtel – Coros

Producción:

Producido por Greg Ladanyi, Waddy Wachtel y The Church

THE JESUS AND MARY CHAIN - Darklands - Album (Revisited)

Antes de sumergirme en el álbum "Darklands", vale la pena detenerse a considerar el cambio radical que supuso este trabajo, no sólo para "The Jesus and Mary Chain", sino para la idea misma de lo que podría ser el noise-pop. Si Psychocandy era el sonido de una revuelta en tus oídos, "Darklands" es lo que sucede después de que termina la revuelta, cuando te quedas solo con tus pensamientos, tus arrepentimientos y una caja de ritmos. Lo que sigue es más que una retrospectiva, es una carta de amor musical a un álbum que nunca necesitó gritar para dejar huella.

ALBUM: Darklands


En una era en la que los legados musicales se redefinen constantemente a través del redescubrimiento, pocos álbumes resuenan con la elegancia oscura y perdurable de "Darklands". Publicado a finales del verano de 1987, este segundo álbum de larga duración del dúo escocés The Jesus and Mary Chain sigue siendo una escucha fascinante para quienes prefieren el pop melancólico, el rock introspectivo y los corazones rotos adornados con retroalimentación y ritmos sintéticos.

THE JESUS AND MARY CHAIN - Darklands - Album

No fue simplemente otro lanzamiento para los hermanos Reid. Fue una declaración. Una transición. Un retiro del caos distorsionado de su anterior LP "Psychocandy", hacia algo menos abrasivo, pero no menos intenso. "Darklands" no es un trabajo que grite para ser escuchado, sino que acecha, medita y susurra hasta instalarse en tu memoria.

De la retroalimentación a las cajas de ritmos:


La marcha de Bobby Gillespie, quien se fue para liderar Primal Scream, no fue solo un cambio de formación, sino un giro creativo. Con él se fueron las baterías en vivo, sustituidas por cajas de ritmos implacables. Este cambio le dio a "Darklands" su pulso mecánico y austero, un acompañante adecuado para unas letras que a menudo parecen notas de suicidio garabateadas con delineador de ojos.

Mientras Psychocandy era una descarga de distorsión y energía primitiva, "Darklands" ofrece algo más pausado, más deliberado. Donde antes había un muro de sonido, ahora hay espacio. Espacio para la tristeza, para la sencillez y para las melodías.

Las canciones se expanden en este disco. Hay margen para que la melancolía eche raíces. "Happy When It Rains" podría haber sido solo otro título irónico, pero en cambio, se convierte en un himno sutil para quienes han intentado sonreír bajo la tormenta. "April Skies" trajo un destello de luminosidad, una sensibilidad pop escondida bajo capas de penumbra. Incluso logró entrar en el Top 10 del Reino Unido, un raro momento de reconocimiento mainstream para una banda que rara vez lo buscó.


Paisaje lírico:


Los temas que recorren "Darklands" son crudos, incluso brutales en ocasiones. La lluvia aparece como una metáfora casi constante, arrastrando la esperanza y el color por igual. No son las calles empapadas de romanticismo, sino los cielos grises del desprecio hacia uno mismo y del desapego. El amor, cuando aparece, no es amable. A menudo, es cómplice de la crueldad misma de la vida.

THE JESUS AND MARY CHAIN

Toma la canción "Nine Million Rainy Days", donde William Reid cambia su faceta de héroe de la guitarra por una interpretación vocal cansada que suena más resignada que rebelde. Las letras sugieren un universo que conspira contra el narrador, con la persona a la que ama aparentemente aliada con ese universo. Y, sin embargo, hay belleza en esa desolación. Un extraño consuelo al escuchar a alguien expresar con tanta precisión el peso del vacío.

"Deep One Perfect Morning" empieza como una marcha fúnebre para el optimismo, declarando “mejor pintar mi odio en las paredes”. Es grafiti emocional, crudo, sin filtro y personal.

Sonidos y sombras:


Musicalmente, "Darklands" canaliza los fantasmas del glam, el punk y el proto-shoegaze a través de una lente más melódica y sosegada. Piensa en David Bowie en una bajada o en The Velvet Underground mirándose en un espejo que ya no reconocen.

El tema que da título al disco, con William Reid al micrófono, es uno de los momentos más sobrecogedores del álbum. Su estructura esquelética, básica, repetitiva, hipnótica, parece una reducción intencionada. Cuanto menos daban los Reid, más escuchábamos. El sonido no es escaso, sino deliberado. Cada acorde empapado de reverberación, cada golpe de caja que resuena, está colocado con esmero. Aquí no hay relleno, solo emoción.

En "On the Wall", encontramos una de las piezas más largas del disco. Estira el tiempo como un cigarrillo, quemándose lento y constante. Más un lamento que una melodía, es la prueba de que la desolación puede alargarse hasta convertirse en algo poético, incluso cinematográfico.

El legado de Darklands:


Aunque Psychocandy suele considerarse la declaración definitoria de la banda, "Darklands" quizá habla más alto desde su silencio. Marcó el momento en que The Jesus and Mary Chain dejaron de reaccionar a las expectativas del punk y comenzaron a refinar su propia visión de la desesperanza y la belleza.

El álbum alcanzó el puesto #5 en las listas del Reino Unido, aún su mayor éxito comercial. Pero lo más importante es que abrió un espacio para la introspección sombría dentro del rock alternativo mucho antes de que estuviera de moda. Sin "Darklands", ¿habríamos tenido el mismo tipo de resonancia emocional en bandas como Mazzy Star, The National o incluso Interpol? Posiblemente. Pero no habría sonado igual.

THE JESUS AND MARY CHAIN

No son sólo los críticos quienes han mantenido viva la llama: "Darklands" aparece en el icónico libro "1001 discos que hay que escuchar antes de morir", y con razón. No es simplemente un disco que hay que oír; es uno en el que hay que habitar. Sentarse con él. Comprenderlo con el tiempo.

Merece tu atención hoy:


No hace falta que seas fan de los 80, ni del shoegaze, ni siquiera de la melancolía para apreciar lo que The Jesus and Mary Chain lograron aquí. "Darklands" trasciende su época porque habla un idioma que todos entendemos: el dolor de la pérdida, la niebla de la depresión, el anhelo de algo real.

En una era de streaming musical marcada por la distracción y las playlists dictadas por algoritmos, "Darklands" pide paciencia. Premia con cada nueva escucha. Crece contigo, cambia de significado según el momento vital en el que te encuentres. Es menos un disco y más un espejo, uno que refleja el clima emocional que estás viviendo ese día.

Disco recomendado


Si nunca has escuchado "Darklands", ahora es el momento. Si ha pasado un tiempo, vale la pena volver a él. Póntelo de noche, en soledad. Deja que resuene en el fondo mientras la lluvia golpea la ventana. Deja que te recuerde que hay belleza que nace de las sombras, no de la luz.

The Jesus and Mary Chain no intentaron reinventarse con "Darklands". Solo despejaron el ruido hasta que la tristeza que había debajo comenzó a cantar más fuerte. Y de algún modo, al hacerlo, crearon uno de los álbumes más poderosamente silenciosos de los años 80 (siglo XX).

Video del tema "About You":

Tracklist (formato original LP):

Cara A:

1. "Darklands" 5:29
2. "Deep One Perfect Morning" 2:43
3. "Happy When It Rains" 3:36
4. "Down on Me" 2:36
5. "Nine Million Rainy Days" 4:29

Cara B:

6. "April Skies" 4:00
7. "Fall" 2:28
8. "Cherry Came Too" 3:06
9. "On the Wall" 5:05
10. "About You"

The Jesus and Mary Chain:

  • Jim Reid – voz (todas las pistas excepto 1, 5 y 9)
  • William Reid – voz (pistas 1, 5 y 9); producción (todas las pistas)

BEASTIE BOYS - Check Your Head - Album (Revisited)

Antes de que los Beastie Boys se convirtieron en íconos culturales venerados, eran solo tres amigos en busca de un sonido auténtico. Para 1992, ya habían saboreado la fama, la rebelión y el olvido. "Check Your Head" no fue solo su tercer álbum, sino un reinicio completo, una reinvención desordenada, conmovedora y audaz. Si solo has escuchado sus éxitos o los has considerado "ese grupo fiestero", es hora de reconsiderarlo. Esta es una entrada de blog sobre el álbum que los convirtió de nuevo en una banda y por qué sigue brillando con luz propia décadas después.

ALBUM: Check Your Head


El tercer álbum de los Beastie Boys, publicado el 21 de abril de 1992
, detonó silenciosamente una revolución. Lanzado tres años después del fracaso comercial, pero aclamado por la crítica, "Paul's Boutique", este disco marcó el momento en que tres traviesos MCs de Nueva York se transformaron en una banda plenamente formada que fusionaban géneros. Con su energía pura, instrumentación en vivo y caóticas variaciones de género, "Check Your Head" sigue siendo un disco que resiste cualquier clasificación fácil, y quizás esa sea su mayor fortaleza.

BEASTIE BOYS - Check Your Head - Album

El regreso que no se suponía que iba a suceder:


Preparemos el escenario. Después de que "Licensed to Ill" vendiera millones y los catapultará al estrellato en las fiestas universitarias, los Beastie Boys se encontraron en una situación precaria. Su siguiente álbum de 1989, "Paul's Boutique", repleto de samples superpuestos y juegos de palabras surrealistas, fue un fracaso comercial: disco de platino, disco de oro. Para Capitol Records, las cifras no cuadraban.

Entonces, ¿qué haces después de que tu gran auge artístico se topa con la confusión colectiva? Si eres los Beastie Boys, te mudas a Los Ángeles, alquilas un estudio, recoges tus instrumentos polvorientos y empiezas de cero, literalmente. El trío, junto con el productor Mario Caldato Jr. y el teclista Money Mark, no se limitó a grabar un álbum. Re-imaginaron quiénes eran.


De samplers a cuerdas: una reinvención:


Por primera vez desde sus días de hardcore punk pre-rap, Mike D estaba tras la batería, MCA aporreaba el bajo y Ad-Rock destrozaba los acordes de guitarra como si tuviera algo que demostrar. Este no era solo un álbum de rap. Ni siquiera era solo un álbum de funk, punk o jazz. "Check Your Head" era todo eso y más, fusionado con una sensibilidad lo-fi y DIY que le daba alma.

Canciones como "Gratitude" combinan una guitarra fuzz densa con ritmos de bongó. "Something’s Got to Give" se abre paso con un ritmo sobrio y meditativo y una voz fantasmal que recuerda más al humo del incienso que a la estructura de una canción. "Lighten Up" fusiona la percusión tribal con el funk cósmico, y "Namaste" cierra el disco con una serenidad susurrante que se asemeja más a una exhalación espiritual que a un outro.

Esto no fue solo una fusión de géneros, fue una liberación de géneros. Y, de alguna manera, funcionó.


Un Nuevo Tipo de Voz:


Si buscas acrobacias líricas, aquí las tienes, pero pasan a un segundo plano. Solo unas pocas canciones, "Pass the Mic", "So What'cha Want", "Finger Lickin' Good" y "Professor Booty", ofrecen el tipo de rimas contundentes que dominaron sus álbumes anteriores. Pero cuando rapean, el resultado es perfecto.

En "Pass the Mic", el trío se turna con precisión, intercambiando versos como jazzistas. La confesión de Mike D: "Lo único que me salvó siempre fue la música", toca la fibra sensible. Y MCA, cuya voz profunda se convirtió en el pilar del grupo, ofrece versos con una arrogancia zen que insinuaba el hombre en el que se estaba convirtiendo: "Medita en tu rima, porque tu mi*rda apestará cuando yo vaya por la mía".

BEASTIE BOYS

Estos momentos no son solo líricos. Son reflexivos. Los chicos estaban creciendo, pero no lo hacían con pulcritud. Tropezaban, gritaban, tocaban interludios de jazz extraños y vociferaban sobre jefes funky que los dejaban en paz. No se deshicieron de su juventud; la reutilizaron.

Sudor y Soul:


Mientras que "Paul's Boutique" usaba samples como si fueran bordados finos, "Check Your Head" reemplazó el cortar y pegar con sudor y práctica. Pero eso no significa que los samples desaparecieran. Simplemente se usan de forma diferente.

Fíjense en el tema inicial, "Jimmy James". Arranca con un sample del Live at Budokan de Cheap Trick y se convierte en un homenaje a Hendrix tan crudo que parece grabado en un sótano lleno de humo. (Casi lo fue: la versión original tuvo que ser modificada debido a problemas de autorización con los herederos de Hendrix).

Luego está "Funky Boss", un collage de gritos vocales, congas y líneas de bajo que apenas se considera una "canción" según los estándares tradicionales, pero que jamás te perderías. Cada número se integra al siguiente, funcionando más como actos de una obra de teatro que como sencillos de un disco. Ya sea la bravuconería b-boy de "The Maestro" o el hardcore desgarrador de "Time for Livin'", cada número tiene su lugar, y cada desvío importa.


Los protagonistas - Money Mark y Mario Caldato:


Si bien los tres Beastie Boys merecen crédito por tomar sus instrumentos y dejarse la piel, este disco debe gran parte de su esencia a los dos hombres que desarrollaron su estructura.

Mario Caldato Jr. no solo era productor; era el intérprete del grupo, convirtiendo las caóticas sesiones de improvisación en algo escuchable. Mientras tanto, los teclados clásicos de Money Mark no solo llenaban el espacio, sino que pintaban paisajes sonoros completos. Sus florituras de órgano en "So What'cha Want" y "Live at PJ's" otorgan a esos temas una textura que ningún sampler podría jamás replicar.

Juntos, hicieron que el álbum pareciera vivido, no simplemente cosido.

El impacto, entonces y ahora:


En 1992, "Check Your Head" debutó en el Top Ten de Billboard, una hazaña impresionante para un grupo cuyo último disco se consideró un fracaso. Los Beastie Boys habían logrado hacer lo que pocos artistas logran: reinventarse sin alienar su esencia. No siguieron modas. Crearon las suyas propias.

beastie boys

Y el momento no pudo haber sido mejor. El rock alternativo estaba en auge, el hip-hop se estaba fragmentando y los fans estaban listos para algo que no encajara perfectamente en una sección de la tienda de discos. El álbum se convirtió en uno de los favoritos no solo para los fans del hip-hop o los skaters, sino para cualquiera que amara la música que no se disculpara por ser rara, ruidosa o con ritmo.


Por qué deberías seguir escuchándolo hoy:


Décadas después, "Check Your Head" no ha perdido su fuerza. Sigue siendo impredecible, sigue siendo caótico en el mejor sentido de la palabra, y sigue siendo difícil de explicar a alguien que nunca lo ha escuchado. Eso es lo que lo hace genial.

Es el tipo de disco que te recompensa por volver. Quizás la primera vez te enganche "So What'cha Want". La siguiente, te quedes atrapado en el pulso hipnótico de "Something's Got to Give". Entonces, un día, "Mark on the Bus" impacta de forma diferente. La música crece contigo.

Este no es solo un álbum, es un ecosistema. Y en una era digital llena de algoritmos y listas de reproducción, nos recuerda lo que solían ser los álbumes: viajes.

Disco recomendado


Si nunca has escuchado "Check Your Head", no empieces con expectativas. Simplemente dale al play y déjate llevar. Deja que los Beastie Boys te guíen a través del hip-hop, el funk, el punk y sonidos extraños que no sabías que necesitabas. No es perfecto, y ese es el punto. Ya no buscaban ser estrellas. Buscaban ser artistas. Y en este disco, lo lograron.

Así que sí, años después de su lanzamiento, recomiendo a los lectores "Check Your Head". Porque a veces, la música más vanguardista es la que mira al pasado con amor y se proyecta hacia el futuro con propósito.

Video del tema "Gratitude":

Tracklist:

1. "Jimmy James" 3:14
2. "Funky Boss" 1:35
3. "Pass the Mic" 4:17
4. "Gratitude" 2:45
5. "Lighten Up" 2:41
6. "Finger Lickin' Good" 3:39
7. "So What'cha Want" 3:37
8. "The Biz vs. The Nuge" 0:33
9. "Time for Livin'" 1:48
10. "Something's Got to Give" 3:28
11. "The Blue Nun" 0:32
12. "Stand Together" 2:47
13. "Pow" 2:13
14. "The Maestro" 2:52
15. "Groove Holmes" 2:33
16. "Live at P.J.'s" 3:18
17. "Mark on the Bus" 1:05
18. "Professor Booty" 4:13
19. "In 3's" 2:23
20. "Namasté" 4:01

Beastie Boys:

  • Ad-Rock – voz, guitarra
  • MCA – voz, bajo
  • Mike D – voz, batería

Personal adicional:

  • Money Mark – sintetizador, clavinet, órgano, Wurlitzer
  • James Bradley, Jr. (Pistas 2, 4, 10, 13, 16, 20) – percusión
  • Juanito Vázquez (Pistas 5, 15) – percusión (cuica, conga)
  • Art Oliva (Pistas 5, 19) – percusión
  • Drew Lawrence (Pista 6) – percusión
  • Biz Markie – voz en "The Biz Vs. The Nuge"
  • Alexandra "Xan" Cassavetes (acreditada como "Nax Setevassac") – coros en "The Maestro"

Personal técnico:

  • Beastie Boys – productor
  • Mario Caldato, Jr. – Productor, ingeniero de sonido
  • Tom Baker – masterización
  • Glen E. Friedman – fotografía