Durante los últimos meses he escuchado bastantes discos de hip hop sólidos, bien ejecutados, incluso estimulantes, pero muy pocos me han obligado a parar, volver atrás y escuchar otra vez con atención real. "Let God Sort Em Out" fue uno de esos casos. No porque busque impresionar con trucos ni porque dependa de la nostalgia, sino porque se siente necesario, denso y honesto en un año donde gran parte del rap se consume rápido y se olvida igual de rápido. Desde la primera escucha esta claro que este álbum merecía algo más que una recomendación rápida o una reseña apresurada. Como melómano y amante de música, sentí que estaba ante uno de los trabajos más completos y significativos de 2025 dentro del hip hop, un disco que no solo está bien hecho, sino que dice algo sobre el tiempo, la edad, la fe, el poder y la supervivencia. Por eso escrito este blog post con calma y lo comparto por qué creo que este álbum de Clipse merece una recomendación, ser escuchado con atención, sin prisas y sin prejuicios.
ALBUM: Let God Sort Em Out
"Let God Sort Em Out" (11 de julio, 2025) no es un regreso oportunista ni un ejercicio de nostalgia bien producido. Es un álbum que existe porque tenía que existir ahora, no antes. Y eso se nota desde el primer golpe emocional hasta el último verso afilado. Después de dieciséis años sin publicar juntos, Clipse no vuelve para recordar quiénes fueron, sino para mostrar quiénes son hoy y por qué todavía importan en el hip hop contemporáneo.
Clipse siempre fue una anomalía dentro del rap mainstream. Demasiado crudos para la radio, demasiado precisos para ser solo calle, demasiado inteligentes para reducirlos a un subgénero. Su química, la de dos hermanos que se entienden sin explicarse, sigue intacta, pero ahora está atravesada por pérdida, fe, resentimiento, control y una calma peligrosa que solo llega con la edad y la experiencia.
El contexto - Ruptura y reencuentro:
Para entender "Let God Sort Em Out" hay que aceptar algo incómodo. Clipse nunca desapareció del todo. Pusha T mantuvo viva la mitología del grupo con una carrera solista impecable, mientras Malice se alejaba públicamente del rap y del personaje que había ayudado a construir. No fue una pelea, fue una transformación. Y durante años pareció definitiva.
El germen de este disco empezó a tomar forma alrededor de 2023, cuando el productor Pharrell Williams incluyó una canción inédita de Clipse en el desfile masculino de Louis Vuitton en París. Ese gesto fue más que una provocación estética. Fue una señal clara de que algo se estaba reordenando. El álbum se grabó entre Virginia (EE.UU) y París, entre estudios sobrios y espacios asociados al lujo global. Esa dualidad atraviesa todo el disco.
El lanzamiento no fue sencillo. El conflicto con Def Jam y Universal por la presencia de Kendrick Lamar en "Chains & Whips" terminó provocando una ruptura contractual que obligó a Clipse a pagar una cifra millonaria para recuperar el control de su obra y publicar el álbum vía Roc Nation. No es un detalle menor. Este disco existe tal y como es porque sus autores se negaron a censurarlo. Esa decisión también se escucha.
El sonido - precisión, austeridad y tensión constante:
Pharrell Williams produce el álbum entero en solitario, sin Chad Hugo. Esa ausencia pesa, pero no necesariamente resta. El sonido de "Let God Sort Em Out" es pulido hasta el límite, a veces demasiado, pero nunca vacío. Hay beats que parecen contenerse a propósito, como si la amenaza estuviera siempre un paso antes de estallar.
"Ace Trumpets" funciona como declaración de intenciones. Bajo grueso, percusión mínima, espacio para que las voces respiren y corten. No busca impacto inmediato, busca autoridad. "Chains & Whips" sube la presión con órganos distorsionados, guitarras eléctricas aportadas por Lenny Kravitz y una base que parece avanzar como una maquinaria pesada. El verso de Kendrick no roba protagonismo, lo multiplica. Se integra porque entiende el tono, la gravedad y el momento.
Hay momentos más abstractos como "All Things Considered", donde los sintetizadores crean una sensación casi flotante, y otros más físicos como "M.T.B.T.T.F.", puro rap sin adornos, barras lanzadas como golpes medidos. Pharrell no intenta modernizar a Clipse. Ajusta el marco para que sigan sonando peligrosos sin disfrazarse de nada.
Duelo y vulnerabilidad:
El mayor golpe del álbum llega al principio. "The Birds Don’t Sing" no se parece a nada que Clipse haya hecho antes. Y eso es exactamente lo que la hace necesaria. Con piano sobrio, coro de John Legend, intervención del colectivo gospel Voices of Fire y un cierre hablado de Stevie Wonder, la canción narra la muerte casi consecutiva de los padres de los hermanos.
Pusha T escribe desde la culpa, desde el retraso emocional, desde la conciencia tardía. Malice responde desde la aceptación, desde una fe que no suena impostada ni evangelizadora. Es una conversación íntima puesta frente al oyente sin filtros ni dramatismo artificial. Puede que el estribillo sea más cercano al pop de lo habitual, pero el peso emocional lo sostiene todo. Aquí no hay pose. Hay pérdida real.
Rap sin pedir permiso:
Después del duelo, el disco no se suaviza. Al contrario. Clipse vuelve a su terreno natural, pero con una mirada distinta. El rap sobre cocaína, poder y jerarquía sigue ahí, pero ahora funciona como lenguaje simbólico más que como autobiografía literal. "E.B.I.T.D.A." juega con el vocabulario financiero para hablar de control, longevidad y visión. "F.I.C.O." incorpora a Stove God Cooks en un gancho áspero y eficaz que conecta generaciones de rap duro sin nostalgia forzada.
"P.O.V." junto a Tyler, The Creator es puro ejercicio de estilo, nocturno, arrogante, elegante. Tyler no intenta imitar a Clipse, se adapta al clima y aporta tensión. Es uno de esos cruces que funcionan porque nadie intenta brillar más de la cuenta.
"So Be It" merece mención aparte. Es posiblemente la canción más inquietante del álbum. El beat es oscuro, casi ritual, con un sample que se clava lentamente. Pusha T entra con un control absoluto del tempo. Malice remata con una frialdad que da escalofríos. Aquí aparece una de las líneas más claras sobre la ruptura de The Neptunes, sin nostalgia ni resentimiento explícito. Solo constatación.
Los invitados:
El disco está lleno de colaboraciones, pero ninguna sobra. Nas aparece en el tramo final del tema titular con un verso correcto, quizá menos incisivo que otros momentos del álbum, pero significativo por lo que representa. The-Dream suma textura vocal sin invadir. Pharrell aparece vocalmente en pequeñas dosis, siempre al servicio del conjunto.
La sensación general es que todos los invitados saben que están entrando en territorio Clipse. Nadie intenta cambiar el centro de gravedad. Eso es señal de respeto y de autoridad creativa.
Lo que dice sobre el Hip Hop actual:
Escuchar "Let God Sort Em Out" en 2025 es recordar que el rap también puede ser precisión, escritura y tensión narrativa sin necesidad de buscar viralidad. En un panorama dominado por la vibra, el mood y la inmediatez, Clipse apuesta por densidad, por líneas que piden atención y por estructuras que no se entregan a la primera escucha.
No es un álbum juvenil ni pretende serlo. Es rap adulto hecho con hambre intacta. No intenta competir con tendencias, las ignora. Y en esa indiferencia encuentra su fuerza.
Por qué es un disco 2025:
Este álbum es bueno porque no depende de su pasado. Porque no suaviza su discurso para encajar. Porque demuestra que se puede envejecer en el hip hop sin pedir disculpas ni convertirse en caricatura. Y porque, más allá de polémicas, contratos y titulares, lo que queda es música sólida, escrita con intención y ejecutada con maestría.
Disco recomendado
"Let God Sort Em Out" no es solo una recomendación para fans de Clipse o del rap de principios de los dos mil. Es una escucha imprescindible para cualquiera que crea que el hip hop todavía puede decir cosas incómodas con elegancia, rabia y humanidad.
Si nunca escuchaste a Clipse, este disco es una puerta exigente pero honesta. Si los seguiste desde Lord Willin’ o Hell Hath No Fury, es una confirmación. Y si pensabas que ya no tenían nada que demostrar, este álbum te recuerda que algunos artistas no regresan. Simplemente continúan.
Para mi es un de los mejores álbums de 2025 dentro del Hip Hop.
Video del tema "Chains & Whips":
Tracklist:
1. "The Birds Don't Sing" (featuring John Legend and Voices of Fire) Stevie Wonder 4:00
2. "Chains & Whips" (featuring Kendrick Lamar) 4:03
3. "P.O.V." (featuring Tyler, the Creator) 4:18
4. "So Be It" 3:14
5. "Ace Trumpets" 2:34
6. "All Things Considered" (featuring The-Dream and Pharrell Williams) 3:09
7. "M.T.B.T.T.F." 2:36
8. "E.B.I.T.D.A." (featuring Pharrell Williams) 1:59
9. "F.I.C.O." (featuring Stove God Cooks) 3:21
10. "Inglorious Bastards" (featuring Ab-Liva) 2:33
11. "So Far Ahead" (featuring Pharrell Williams) 3:22
12. "Let God Sort Em Out / Chandeliers" (featuring Nas) 2:32
13. "By the Grace of God" (featuring Pharrell Williams) 3:06
Clipse:
- Malice – voz
- Pusha T – voz
- John Legend – voz (1)
- Kendrick Lamar – voz (2)
- Tyler, the Creator – voz (3)
- Pharrell Williams – voz (6, 8, 11, 13)
- The-Dream – voz (6)
- Stove God Cooks – voz (9)
- Ab-Liva – voz (10)
- Nas – voz (12)
Voces adicionales:
- Stevie Wonder – palabra hablada (1)
- Pharrell Williams – voz adicional (2)
- Aboud Harb – voz adicional (4)
- Nigel Brixx Thornton – voz adicional (6)
- Susan Carol Lewis – voz adicional (11)
Voices of Fire – coro (1, 3, 8, 11, 13)
- Larry George – tenor
- Alrenzo Albritton – tenor
- Jahzeel Mumford – Tenor
- Lauren Hendrick – soprano
- Megan Buhmann – soprano
- T. Alexandria Gray – soprano
- Jazmine Canales – alto
- Trenise Holloman – alto
- Maria Rosado – alto
- Colette Williams – alto
Instrumentos:
- Mike Larson – programación adicional (1–6, 8–13)
Replay Heaven:
- Richard Adlam – programación, teclados (3–4)
- Hal Ritson – programación, teclados (3–4), violín (4)
- Ali Jamieson – programación, teclados (4)
- Brandon Harding – programación (6)
- Stevie Wonder – piano (1)
- Larry Gold – orquesta de cuerdas (1)
- Steve Tirpak – orquesta de cuerdas (1)
- Emma Kummrow – violín (1)
- Charlene Kwas – violín (1)
- Natasha Colkett – violín (1)
- Blake Espy – violín (1)
- Gared Crawford – violín (1)
- Ghislaine Fleischmann – violín (1)
- Marianne Haynes – violín (4)
- Jonathan Kim – viola (1)
- Yoshihiko Nakano – viola (1)
- Glenn Fischbach – violonchelo (1)
- Vivian Barton Dozor – violonchelo (1)
- Lenny Kravitz – guitarra eléctrica (2)
- J. Drew Sheard II – teclados (13)
Dirección:
- Larry Gold – director de orquesta (1)
- Bishop Ezekiel Williams – director de coro (1, 3, 8, 11, 13)
- Larry George – director de coro (1, 3, 8, 11, 13)



No hay comentarios:
Publicar un comentario