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Los 30 Mejores Álbumes de 2025

Empiezo por lo importante, gracias. Gracias por leer, por volver, por discutir conmigo en mensajes privados o en la barra de comentarios, por no tratar la música como ruido de fondo sino como algo que todavía merece tiempo, atención y palabras. Este texto nace de esa complicidad silenciosa entre quien escribe y quien escucha. 2025 no fue un año sencillo, ni cultural ni emocionalmente, pero sí fue un año fértil en discos que pidieron algo más que una escucha distraída.

Los 30 Mejores Álbumes de 2025

Esta es mi lista personal de los mejores álbumes de 2025. No hay orden, no hay podio, no hay intención de sentar cátedra. Hay pasión, escucha profunda y la necesidad de compartir por qué algunos discos se quedaron conmigo mucho después de que terminara la última canción. Todo está escrito desde el rock, el pop y la música alternativa, entendidos como actitudes más que como etiquetas.

Bandas y álbumes que me llamaron la atención:


Benefits, Constant Noise


El disco de Benefits apareció como un golpe seco en medio de un año saturado de estímulos. Constant Noise se gestó entre conciertos pequeños, precariedad asumida y una clara conciencia del colapso cotidiano. Musicalmente es tenso, repetitivo de forma deliberada, con bases rítmicas insistentes, guitarras que arañan más que adornan y una voz que habla, acusa y reflexiona. Es un álbum que no busca agradar, sino acompañar ese ruido mental constante en el que vivimos.

Video del tema "Land of The Tyrants":


Bad Bunny, DeBÍ TiRAR MáS FOToS


El disco más introspectivo de Bad Bunny no necesita justificación estilística. Aquí hay menos exhibición y más memoria. El álbum nace de una etapa de repliegue personal, de mirar hacia atrás sin idealizar. Las canciones se construyen con bases suaves, melodías melancólicas y arreglos que dejan respirar al silencio. Es pop, sí, pero también es un ejercicio honesto sobre identidad, exposición y pérdida, contado desde dentro.

Turnstile, NEVER ENOUGH


Con NEVER ENOUGH, Turnstile demostraron que el crecimiento no tiene por qué diluir la intensidad. El disco se escribió tras un periodo de éxito y agotamiento, y suena precisamente a eso, a una banda que decide no repetirse. Hay hardcore, pero también sintetizadores, ritmos abiertos y una búsqueda clara de nuevos espacios emocionales. La batería marca el pulso vital del álbum, mientras las guitarras se permiten ser luminosas sin perder fuerza.

Video del tema "Never Enough":


Sharp Pins, Radio DDR


Radio DDR de Sharp Pins es uno de esos discos que entran despacio y se quedan. Canciones cortas, melodías claras, guitarras limpias y una producción que huye del artificio. El álbum se siente hecho desde la intimidad, con una sensibilidad pop heredera de décadas pasadas, pero sin nostalgia impostada. Es música para escuchar caminando, pensando, viviendo.

Video del tema "Every Time I Hear":


Blood Orange, Essex Honey


En Essex Honey, Blood Orange convierte recuerdos personales en un paisaje sonoro compartido. El disco nace de una reflexión sobre la infancia, la pertenencia y la pérdida. Musicalmente es cálido, con cuerdas sutiles, teclados envolventes y una producción que prioriza la emoción sobre el impacto. Cada canción parece flotar, como si el tiempo se hubiera ralentizado para permitirnos sentir.

Video del tema "The Field":


Clipse, Let God Sort Em Out


El regreso de Clipse fue uno de los acontecimientos del año. Let God Sort Em Out no es un ejercicio de nostalgia, sino un ajuste de cuentas con el pasado y el presente. Los beats son sobrios, las letras afiladas y el tono general es de madurez dura, sin concesiones. Es un disco que habla de supervivencia, de coherencia y de no pedir permiso.


Geese, Getting Killed


Getting Killed confirma a Geese como una de las bandas más inquietas del rock actual. El álbum se grabó en un momento de cambio interno, y eso se refleja en su estructura caótica. Guitarras nerviosas, cambios de ritmo abruptos y una sensación constante de inestabilidad recorren el disco. Es incómodo, excitante y profundamente vivo.

Deftones, Private Music


Private Music de Deftones es un disco de atmósferas densas y emociones contenidas. Lejos de la urgencia juvenil, la banda apuesta por capas de sonido, tempos medios y una producción envolvente. Las guitarras crean paisajes más que riffs, y la voz se mueve entre la fragilidad y la fuerza. Es un álbum que se revela poco a poco, escucha tras escucha.


Deafheaven, Lonely People With Power


Con Lonely People With Power, Deafheaven vuelven a explorar la tensión entre belleza y violencia sonora. El disco nace de una reflexión sobre el poder y la soledad, y se traduce en composiciones largas, intensas y emocionalmente complejas. Hay momentos de calma casi celestial y explosiones de ruido absoluto. Todo convive con coherencia.

Ethel Cain, Willoughby Tucker, I’ll Always Love You


El nuevo álbum de Ethel Cain es una obra profundamente narrativa. Concebido como un relato emocional, el disco explora el amor, la culpa y la memoria desde una perspectiva íntima. Musicalmente se mueve entre el folk oscuro, el pop etéreo y el ambient, con arreglos mínimos y una producción que prioriza la emoción cruda. Es un disco que acompaña, que duele y que permanece.

Video del tema Nettles:

Podría seguir, porque la lista de 2025 es generosa y diversa, pero estos discos explican por qué sigo creyendo en el álbum como forma de expresión. Porque todavía hay artistas que arriesgan, que se escuchan a sí mismos y que nos invitan a escuchar mejor. Gracias por estar ahí. Nos leemos, y nos escuchamos, en 2026.

Mi lista completa de los 30 Best Albums of 2025:

Benefits, Constant Noise
Rosalía, Lux
Bad Bunny, DeBÍ TiRAR MáS FOToS
Geese, Getting Killed
Deftones, Private Music
caroline, caroline 2
Turnstile, NEVER ENOUGH
Swans, Birthing
Adrian Sherwood, The Collapse of Everything
Clipse, Let God Sort Em Out
Water From Your Eyes, It’s a Beautiful Place
Stereolab, Instant Holograms on Metal Film
Wednesday, Bleeds
Greg Freeman, Burnover
Deafheaven, Lonely People With Power
Chat Pile & Hayden Pedigo, In The Earth Again
Lifeguard, Ripped and Torn
Sharp Pins, Radio DDR
Viagra Boys, viagr aboys
Cheap Trick, all washed up
Billy Woods, Golliwog
Carving the Stone, For Those I Love
Blood Orange, Essex Honey
Ethel Cain, Willoughby Tucker, I’ll Always Love You
Wolf Alice, The Clearing
Spellling, Portrait of My Heart
Various Artists, Rollin' and Tumblin', American Electric Blues 1965–1971
Death in Vegas, Death Mask
Hunting Season, Home Is Where
Big Thief, Double Infinity

Video de mis 30 Mejores Álbumes de 2025:


PD - Ultima nota: 

Cerrar esta lista es aceptar que ningún balance anual es definitivo. Estos discos no son un ranking ni un veredicto, son una fotografía de un año concreto, escuchado con atención y sin prisa. Algunos acompañaron días luminosos, otros noches densas, otros llegaron cuando menos se les esperaba y se quedaron más tiempo del previsto. Todos, a su manera, recuerdan que la música sigue siendo un lugar al que volver cuando todo lo demás se acelera demasiado. Si 2025 nos enseñó algo, es que todavía vale la pena escuchar discos enteros, discutirlos, recomendarlos y dejarnos atravesar por ellos. 

Rollin’ And Tumblin’: American Electric Blues 1965–1971

Para mí, "Rollin’ And Tumblin’: American Electric Blues 1965–1971" es una de esas recopilaciones que justifican por sí solas un año entero de reediciones. No solo por la ambición del repertorio o por la calidad del sonido, sino porque escucha el blues desde dentro, como una música viva, en pleno proceso de cambio. En 2025 no han faltado rescates de archivo, pero pocos resultan tan reveladores y tan disfrutables a la vez. Es un disco especialmente agradecido para fans del blues y del rock, de esos que disfrutan reconociendo cruces, tensiones e influencias, y que saben que entender el pasado sigue siendo una de las mejores formas de escuchar el presente.

RECOPILACIÓN: Rollin’ And Tumblin’: American Electric Blues 1965–1971


La primera sensación al enfrentarse a "Rollin’ And Tumblin’: American Electric Blues 1965–1971" no es la nostalgia, sino el vértigo. Vértigo ante una música que, en apenas unos años, decidió dejar atrás el respeto casi ceremonial por sus propias reglas para probar suerte con el volumen, la distorsión y una nueva clase de público. Este no es un disco pensado para confirmar lo que ya sabes sobre el blues, sino para recordarte que durante un tiempo fue una música peligrosa, inestable y abierta al contagio. Escucharlo hoy, de principio a fin, es como asistir al momento exacto en el que el blues se miró en el espejo del rock, del soul y de la contracultura, y no siempre reconoció su propio reflejo.

Rollin’ And Tumblin’: American Electric Blues 1965–1971

Hablar de este álbum-recopilación es hablar de un proceso más que de un estilo. Un proceso que arranca en clubes pequeños, en sellos modestos, en amplificadores llevados más allá de lo recomendable, y que termina influyendo en casi todo lo que entendemos hoy por rock moderno. La recopilación editada por Cherry Red Records recoge ese tránsito con una amplitud poco habitual, sin intentar domesticarlo.

Cuando el blues decidió enchufarse:


Tras la Segunda Guerra Mundial, el blues eléctrico empezó a abrirse camino fuera de las comunidades negras que lo habían sostenido durante décadas. En ciudades como Chicago o Detroit, la amplificación no fue una elección estética, sino una necesidad práctica. Para hacerse oír en salas ruidosas, había que subir el volumen, endurecer el ataque, electrificar guitarras y armónicas. Pero en los años sesenta ocurrió algo más. El blues empezó a circular por rutas inesperadas.

Por un lado, el rock and roll, impulsado por locutores como Alan Freed, sirvió de caballo de Troya para que nuevas generaciones blancas se acercaran a estructuras, ritmos y emociones heredadas del blues. Por otro, jóvenes británicos obsesionados con discos importados devolvieron esa música a Estados Unidos transformada, amplificada y con una nueva actitud. Cuando bandas como The Rolling Stones o Cream pusieron el blues en el centro de su propuesta, algo se rompió y algo nuevo empezó a construirse.

Este álbum captura justo ese momento. No solo a los maestros, sino también a quienes reinterpretaron, estiraron o directamente forzaron el lenguaje del blues hasta hacerlo crujir.

Sonido, textura y tensión eléctrica:


Lo que une a estas grabaciones no es una estética homogénea, sino una actitud. Desde el arranque con Howlin’ Wolf y su "Killing Floor", el disco deja claro que aquí manda la intensidad. La voz de Wolf no busca agradar, sino imponer presencia, mientras la guitarra corta el aire como una herramienta de trabajo. A partir de ahí, el viaje se vuelve cada vez más imprevisible.

John Lee Hooker

John Lee Hooker aparece con "One Bourbon, One Scotch, One Beer", un boogie hipnótico donde la repetición se convierte en trance. Frente a él, The Paul Butterfield Blues Band suena como una declaración de intenciones: músicos blancos que no imitan, sino que dialogan con la tradición, incorporando solos largos, armónica amplificada y una energía heredada del rock.

Hay momentos de pura emoción contenida, como "I’d Rather Go Blind" de Etta James, donde el blues se cruza con el soul sin perder un ápice de verdad. Y otros donde el volumen se vuelve protagonista, como "Parchment Farm" de Blue Cheer o "Motor City Is Burning" de MC5, auténticos manifiestos de un blues llevado al límite de la saturación.

Guitarras, héroes y nuevas voces:


Uno de los grandes temas que atraviesan esta recopilación es el nacimiento del guitarrista como figura central. Después de B.B. King, cuya elegancia sigue siendo una lección de economía expresiva, llegan otros enfoques. Buddy Guy convierte cada nota en un gesto físico, casi violento. Freddie King aporta músculo y claridad, mientras que músicos como Mike Bloomfield o Ry Cooder introducen una sensibilidad más exploratoria.

Buddy Guy

Pero este no es un recopilatorio solo de guitarras. Las voces cuentan historias de deseo, pérdida, rabia y supervivencia. Y lo hacen desde lugares muy distintos. Janis Joplin, al frente de Big Brother and the Holding Company, canta el blues desde la herida abierta, sin protección, como si cada frase fuera la última.


Blues, contracultura y choque generacional:


Escuchar hoy esta recopilación también es enfrentarse a una paradoja. Mientras parte de la juventud negra estadounidense se desplazaba hacia el soul más pulido o el sonido Motown, el blues encontraba una nueva base de fans entre jóvenes blancos, muchos de ellos politizados por la guerra de Vietnam y la contracultura. Versiones como la de "Killing Floor" a cargo de The Electric Flag transforman un lamento personal en un comentario social, demostrando que el blues podía seguir siendo relevante en un mundo que cambiaba a gran velocidad.

No todas las decisiones fueron acertadas. El propio Muddy Waters aparece aquí con "Tom Cat", un tema que refleja los excesos psicodélicos de la época. Pero incluso esos tropiezos forman parte del relato. El blues no salió intacto de su encuentro con el rock, pero sí más amplio, más complejo y más influyente.

Disco recomendado


Hoy, en una época obsesionada con clasificar géneros y trazar líneas claras, "Rollin’ And Tumblin’" recuerda que la música popular avanza precisamente cuando esas líneas se difuminan. Este álbum no propone una historia ordenada, sino una experiencia. Una escucha que exige tiempo, atención y curiosidad.

Su valor no está solo en la calidad de las canciones, que es altísima, ni en el trabajo de archivo y masterización, impecable, sino en la conversación que propone entre pasado y presente. Aquí se entiende por qué el blues sigue siendo una fuente inagotable para el rock, para el soul y para cualquier música que aspire a decir algo honesto sobre la experiencia humana.

Terminé de escuchar esta recopilación con la sensación de haber aprendido algo, no desde la teoría, sino desde el oído y la emoción. Por eso la recomiendo. No como un manual, sino como un viaje. Si alguna vez te has preguntado cómo sonaba el momento en que el blues decidió arriesgarlo todo, este disco tiene muchas de las respuestas.

Video del tema "Killing Floor" de Howlin’ Wolf:

Tracklist:

CD1 

1.1 Howlin’ Wolf – Killing Floor
1.2 Bo Diddley – 500% More Man
1.3 Slim Harpo – Baby Scratch My Back
1.4 The Paul Butterfield Blues Band – Born in Chicago (Folksong 65 Version)
1.5 Junior Wells’ Chicago Blues Band – Snatch It Back and Hold It
1.6 Otis Redding – Rock Me Baby
1.7 Buddy Guy – Leave My Girl Alone
1.8 The Lovin’ Spoonful – Night Owl Blues
1.9 Dion – Spoonful
1.10 The Everly Brothers – My Babe
1.11 Booker T. & the MG’s – Plum Nellie
1.12 John Lee Hooker – One Bourbon, One Scotch, One Beer
1.13 The Shadows of Knight – Light Bulb Blues
1.14 Albert Collins – Sno Cone (Part II)
1.15 Johnnie Taylor – I Had a Dream
1.16 The Charlatans – 32-20
1.17 John Hammond – I Wish You Would
1.18 Slim Harpo – Shake Your Hips
1.19 Captain Beefheart and His Magic Band – Sure ’Nuff ’N Yes, I Do
1.20 Canned Heat – Rollin’ and Tumblin’
1.21 The Blues Project – I Can’t Keep from Crying Sometimes
1.22 B.B. King – Think It Over
1.23 Etta James – I’d Rather Go Blind
1.24 Kaleidoscope – You Don’t Love Me
1.25 The Butterfield Blues Band – Work Song

CD 2

2.1 Magic Sam Blues Band – I Feel So Good (I Wanna Boogie)
2.2 Canned Heat – Going Up the Country
2.3 Taj Mahal – Statesboro Blues
2.4 John Kay and the Sparrow – Twisted
2.5 Big Brother and the Holding Company – Piece of My Heart
2.6 The Electric Flag – Killing Floor
2.7 Muddy Waters – Tom Cat
2.8 Johnny Winter – Mean Town Blues
2.9 Otis Rush – Gambler’s Blues
2.10 Wilson Pickett – Born to Be Wild
2.11 James Gang – Funk #48
2.12 Steppenwolf – Hoochie Coochie Man
2.13 Mike Bloomfield and Al Kooper – Stop
2.14 Lonnie Mack – Roberta
2.15 The J. Geils Band – Pack Fair and Square
2.16 J.B. Hutto and His Hawks – Speak My Mind
2.17 Quicksilver Messenger Service – Who Do You Love
2.18 Blood, Sweat & Tears – I’ll Love You More Than You’ll Ever Know
2.19 Blue Cheer – Parchment Farm
2.20 MC5 – Motor City Is Burning

CD 3

3.1 Ike and Tina Turner – The Hunter
3.2 The Allman Brothers Band – Whipping Post
3.3 Aretha Franklin – Why I Sing the Blues
3.4 Freddie King – Yonder Wall
3.5 Howlin’ Wolf – Evil
3.6 B.B. King – The Thrill Is Gone
3.7 J.J. Cale – Call Me the Breeze
3.8 Muddy Waters – Blues and Trouble
3.9 Bo Diddley – Elephant Man
3.10 Tony Joe White – Boom Boom
3.11 Johnny Jenkins – I Walk on Gilded Splinters
3.12 Ry Cooder – Alimony
3.13 Buddy Miles Express – Train
3.14 King Curtis and the Kingpins – Whole Lotta Love
3.15 Chairmen of the Board – Chairman of the Board
3.16 Dr. John – Where Ya at Mule
3.17 ZZ Top – Somebody Else Been Shaking Your Tree
3.18 Freddie King – Going Down

STIFF LITTLE FINGERS - Nobody’s Heroes - Album

Escuchar un disco con atención hoy, en medio del ruido constante y de la escucha fragmentada, es casi un acto de resistencia. Volver a un álbum completo, dejar que las canciones se ordenen como fueron pensadas, asumir su contexto y su intención, es una forma de reconectar con la música desde un lugar más honesto. Algunos discos, además, agradecen especialmente ese gesto, porque no buscan gustar de inmediato ni adaptarse al presente, sino hablarte con franqueza. "Nobody’s Heroes" es uno de ellos, y por eso merece ser escuchado sin prisas y leído desde la experiencia personal que lo acompaña.


ALBUM: Nobody’s Heroes


Este es uno de esos discos que no te piden permiso. Entra directo, con guitarras tensas, una voz rota que no busca caer bien y un pulso emocional que sigue intacto décadas después. "Nobody’s Heroes" no necesita contexto académico ni nostalgia impostada para funcionar. Funciona porque dice la verdad. Porque habla de salir de sitios que te asfixian, de no convertirte en lo que otros esperan de ti y de la frustración de crecer cuando el mundo ya parece decidido de antemano. Por eso, si no lo has escuchado nunca, recomiendo hacerlo. Y si lo conoces, quizá ha llegado el momento de volver.

STIFF LITTLE FINGERS - Nobody’s Heroes - Album (1980)

Publicado en 1980, este segundo álbum de Stiff Little Fingers es uno de esos discos que siempre han estado un poco mal entendidos. Para muchos quedó atrapado entre dos fuegos, la brutalidad inicial del primer LP "Inflammable Material" y los trabajos posteriores más pulidos. Pero escuchado con calma, sin la presión de las comparaciones, "Nobody’s Heroes" es un disco profundamente humano, lleno de canciones que siguen dialogando con el presente de una forma sorprendentemente clara.

Cómo llegó:


Stiff Little Fingers venían de un año intenso. Su debut había sido un impacto directo, un retrato sin adornos de crecer en Irlanda del Norte en plena violencia política. Canciones como “Suspect Device” o “Alternative Ulster” los colocaron de inmediato en la conversación punk internacional. Pero con "Nobody’s Heroes" la banda estaba en otro punto vital. Habían fichado por Chrysalis Records, habían cambiado de batería, con la llegada de Jim Reilly, y empezaban a mirar no solo hacia fuera, sino también hacia dentro.

STIFF LITTLE FINGERS

El disco se grabó rápido, como se grababan entonces los discos de punk, pero no es un álbum impulsivo. Se nota que hay reflexión detrás, que Jake Burns y el periodista y letrista Gordon Ogilvie estaban afinando el discurso. Aquí no se trata solo de denunciar un contexto político concreto, sino de hablar de lo que pasa cuando intentas escapar de él, cuando te vas de casa, cuando empiezas a ser visible y descubres que la visibilidad también pesa.

Incluso el diseño del álbum dice mucho. Esa portada con apariencia de código de barras, ese texto de rechazo en la contraportada, esa sensación de estar jugando con las reglas del sistema sin terminar de aceptarlas. Todo en "Nobody’s Heroes" transmite incomodidad consciente.

Cómo suena:


Musicalmente, el disco es una lección de equilibrio. Las guitarras de Jake Burns y Henry Cluney son afiladas, pero nunca caóticas. Hay melodía, hay estructura, hay canciones que se te quedan sin necesidad de dulcificarse. El bajo de Ali McMordie es constante, empuja siempre hacia adelante, y la batería de Jim Reilly aporta una solidez que hace que el disco suene más compacto que su predecesor.

El arranque con "Gotta Gettaway" es una declaración de intenciones. No es solo una canción sobre irse, es una canción sobre necesitar irse. El riff es urgente, la voz suena casi desesperada, y todo encaja como una puerta que se cierra de golpe detrás de ti. "Wait and See" baja un poco el ritmo y se convierte en una especie de autobiografía emocional de la banda, con una honestidad que sigue siendo desarmante. No hay épica aquí, hay perseverancia.

"Fly the Flag" es uno de esos temas que han sido malinterpretados a lo largo del tiempo. No es un canto nacionalista, es todo lo contrario. Es una crítica directa al individualismo, a la idea de que si tú estás bien, lo demás no importa. Escuchada hoy, en un contexto político y social igual de polarizado, sigue siendo incómodamente actual.

"At the Edge" es probablemente una de las grandes canciones del punk británico, sin necesidad de exagerar. Habla de crecer con sueños que te dicen que no son para ti. De estar siempre al borde, pero sin terminar de saltar. Es una canción que conecta de inmediato con cualquiera que alguna vez se haya sentido fuera de lugar, y lo hace sin dramatismo innecesario.

El tema que da título al disco, "Nobody’s Hero", funciona casi como un manifiesto. Jake Burns no quiere ser un símbolo, no quiere cargar con expectativas ajenas. Quiere que cada cual se haga responsable de su propia vida. Es un mensaje simple, pero dicho con una convicción que todavía se siente real.

Riesgos:


La segunda cara del disco se permite más riesgos. "Bloody Dub" es un experimento instrumental con ecos de reggae y dub que, aunque no es la canción más memorable, demuestra que la banda no quería repetirse. Ese interés por el reggae no era nuevo en el punk británico, ahí estaban The Ruts o los propios Clash, pero en Stiff Little Fingers siempre tuvo un tono más áspero.

La versión de "Doesn’t Make It All Right", originalmente de The Specials, es uno de los grandes aciertos del disco. La banda acelera el tempo, endurece el sonido y convierte un alegato antirracista en algo todavía más urgente. No pierde el mensaje, lo refuerza. Es una de esas versiones que no eclipsan al original, pero lo reinterpretan desde otro lugar igual de válido.

"I Don’t Like You" es puro ingenio verbal. Un insulto sin tacos, lleno de frases que cortan más que cualquier palabrota. "No Change" aporta un punto más introspectivo, hablando de cómo cambia la percepción de los tuyos cuando te vas, cuando empiezas a ser otra cosa.

Y "Tin Soldiers" cierra el disco como debe cerrarse, con una canción grande, amarga y perfectamente construida. La historia de un joven que se alista en el ejército casi por inercia, sin entender del todo las consecuencias, sigue siendo devastadora. El ritmo marcial, la tensión constante, la forma en que la canción crece hasta el final, todo funciona.

Lo que dice sobre su tiempo:


"Nobody’s Heroes" es un disco profundamente ligado a su época, a la llegada de Margaret Thatcher al poder, al desencanto post setenta, a la sensación de que el punk ya no podía limitarse a gritar. Pero también es un álbum que habla de cosas que no han envejecido. La precariedad, la búsqueda de identidad, el miedo a convertirse en lo que detestas, la necesidad de escapar, siguen ahí.

STIFF LITTLE FINGERS - Live

Quizá por eso sigue conectando. No es un disco de consignas cerradas, sino de preguntas abiertas. No te dice qué pensar, te obliga a pensar.

Disco recomendado


Recomiendo "Nobody’s Heroes" porque es un disco honesto, porque no pretende ser más grande de lo que es y precisamente por eso lo es. Porque demuestra que el punk puede crecer sin perder verdad. Porque suena crudo, pero también reflexivo. Y porque hay canciones aquí que, una vez entran, ya no se van.

Si te interesa el punk más allá del tópico, si te gustan los discos que te acompañan en momentos de duda, si buscas música con carácter y sin pose, este álbum merece tu tiempo. No es un monumento, es un compañero. Y de esos no quedan tantos.

Video del tema "At the Edge":

Tracklist (formato LP):

Cara A:

1. "Gotta Gettaway" 3:37
2. "Wait and See" 4:28
3. "Fly the Flag" 3:46
4. "At the Edge"         2:59
5. "Nobody's Hero" 4:11

Cara B:

6. "Bloody Dub" Fingers 3:47
7. "Doesn't Make It All Right" 5:50
8. "I Don't Like You" 2:44
9. "No Change" 1:56
10. "Tin Soldiers" 4:46

Stiff Little Fingers:

  • Jake Burns – voz, guitarra
  • Henry Cluney – guitarra, coros
  • Ali McMordie – bajo
  • Jim Reilly – batería

Técnico:

Doug Bennett – productor

CLIPSE - Let God Sort Em Out - Album

Durante los últimos meses he escuchado bastantes discos de hip hop sólidos, bien ejecutados, incluso estimulantes, pero muy pocos me han obligado a parar, volver atrás y escuchar otra vez con atención real. "Let God Sort Em Out" fue uno de esos casos. No porque busque impresionar con trucos ni porque dependa de la nostalgia, sino porque se siente necesario, denso y honesto en un año donde gran parte del rap se consume rápido y se olvida igual de rápido. Desde la primera escucha esta claro que este álbum merecía algo más que una recomendación rápida o una reseña apresurada. Como melómano y amante de música, sentí que estaba ante uno de los trabajos más completos y significativos de 2025 dentro del hip hop, un disco que no solo está bien hecho, sino que dice algo sobre el tiempo, la edad, la fe, el poder y la supervivencia. Por eso escrito este blog post con calma y lo comparto por qué creo que este álbum de Clipse merece una recomendación, ser escuchado con atención, sin prisas y sin prejuicios.

ALBUM: Let God Sort Em Out


"Let God Sort Em Out" (11 de julio, 2025) no es un regreso oportunista ni un ejercicio de nostalgia bien producido. Es un álbum que existe porque tenía que existir ahora, no antes. Y eso se nota desde el primer golpe emocional hasta el último verso afilado. Después de dieciséis años sin publicar juntos, Clipse no vuelve para recordar quiénes fueron, sino para mostrar quiénes son hoy y por qué todavía importan en el hip hop contemporáneo.

CLIPSE - Let God Sort Em Out - Album (2025)

Clipse siempre fue una anomalía dentro del rap mainstream. Demasiado crudos para la radio, demasiado precisos para ser solo calle, demasiado inteligentes para reducirlos a un subgénero. Su química, la de dos hermanos que se entienden sin explicarse, sigue intacta, pero ahora está atravesada por pérdida, fe, resentimiento, control y una calma peligrosa que solo llega con la edad y la experiencia.

El contexto - Ruptura y reencuentro:


Para entender "Let God Sort Em Out" hay que aceptar algo incómodo. Clipse nunca desapareció del todo. Pusha T mantuvo viva la mitología del grupo con una carrera solista impecable, mientras Malice se alejaba públicamente del rap y del personaje que había ayudado a construir. No fue una pelea, fue una transformación. Y durante años pareció definitiva.

Clipse 2025

El germen de este disco empezó a tomar forma alrededor de 2023, cuando el productor Pharrell Williams incluyó una canción inédita de Clipse en el desfile masculino de Louis Vuitton en París. Ese gesto fue más que una provocación estética. Fue una señal clara de que algo se estaba reordenando. El álbum se grabó entre Virginia (EE.UU) y París, entre estudios sobrios y espacios asociados al lujo global. Esa dualidad atraviesa todo el disco.

El lanzamiento no fue sencillo. El conflicto con Def Jam y Universal por la presencia de Kendrick Lamar en "Chains & Whips" terminó provocando una ruptura contractual que obligó a Clipse a pagar una cifra millonaria para recuperar el control de su obra y publicar el álbum vía Roc Nation. No es un detalle menor. Este disco existe tal y como es porque sus autores se negaron a censurarlo. Esa decisión también se escucha.

El sonido - precisión, austeridad y tensión constante:


Pharrell Williams produce el álbum entero en solitario, sin Chad Hugo. Esa ausencia pesa, pero no necesariamente resta. El sonido de "Let God Sort Em Out" es pulido hasta el límite, a veces demasiado, pero nunca vacío. Hay beats que parecen contenerse a propósito, como si la amenaza estuviera siempre un paso antes de estallar.

"Ace Trumpets" funciona como declaración de intenciones. Bajo grueso, percusión mínima, espacio para que las voces respiren y corten. No busca impacto inmediato, busca autoridad. "Chains & Whips" sube la presión con órganos distorsionados, guitarras eléctricas aportadas por Lenny Kravitz y una base que parece avanzar como una maquinaria pesada. El verso de Kendrick no roba protagonismo, lo multiplica. Se integra porque entiende el tono, la gravedad y el momento.

Hay momentos más abstractos como "All Things Considered", donde los sintetizadores crean una sensación casi flotante, y otros más físicos como "M.T.B.T.T.F.", puro rap sin adornos, barras lanzadas como golpes medidos. Pharrell no intenta modernizar a Clipse. Ajusta el marco para que sigan sonando peligrosos sin disfrazarse de nada.

Duelo y vulnerabilidad:


El mayor golpe del álbum llega al principio. "The Birds Don’t Sing" no se parece a nada que Clipse haya hecho antes. Y eso es exactamente lo que la hace necesaria. Con piano sobrio, coro de John Legend, intervención del colectivo gospel Voices of Fire y un cierre hablado de Stevie Wonder, la canción narra la muerte casi consecutiva de los padres de los hermanos.

Pusha T escribe desde la culpa, desde el retraso emocional, desde la conciencia tardía. Malice responde desde la aceptación, desde una fe que no suena impostada ni evangelizadora. Es una conversación íntima puesta frente al oyente sin filtros ni dramatismo artificial. Puede que el estribillo sea más cercano al pop de lo habitual, pero el peso emocional lo sostiene todo. Aquí no hay pose. Hay pérdida real.

Rap sin pedir permiso:


Después del duelo, el disco no se suaviza. Al contrario. Clipse vuelve a su terreno natural, pero con una mirada distinta. El rap sobre cocaína, poder y jerarquía sigue ahí, pero ahora funciona como lenguaje simbólico más que como autobiografía literal. "E.B.I.T.D.A." juega con el vocabulario financiero para hablar de control, longevidad y visión. "F.I.C.O." incorpora a Stove God Cooks en un gancho áspero y eficaz que conecta generaciones de rap duro sin nostalgia forzada.

"P.O.V." junto a Tyler, The Creator es puro ejercicio de estilo, nocturno, arrogante, elegante. Tyler no intenta imitar a Clipse, se adapta al clima y aporta tensión. Es uno de esos cruces que funcionan porque nadie intenta brillar más de la cuenta.

"So Be It" merece mención aparte. Es posiblemente la canción más inquietante del álbum. El beat es oscuro, casi ritual, con un sample que se clava lentamente. Pusha T entra con un control absoluto del tempo. Malice remata con una frialdad que da escalofríos. Aquí aparece una de las líneas más claras sobre la ruptura de The Neptunes, sin nostalgia ni resentimiento explícito. Solo constatación.

Los invitados:

El disco está lleno de colaboraciones, pero ninguna sobra. Nas aparece en el tramo final del tema titular con un verso correcto, quizá menos incisivo que otros momentos del álbum, pero significativo por lo que representa. The-Dream suma textura vocal sin invadir. Pharrell aparece vocalmente en pequeñas dosis, siempre al servicio del conjunto.

La sensación general es que todos los invitados saben que están entrando en territorio Clipse. Nadie intenta cambiar el centro de gravedad. Eso es señal de respeto y de autoridad creativa.

Lo que dice sobre el Hip Hop actual:


Escuchar "Let God Sort Em Out" en 2025 es recordar que el rap también puede ser precisión, escritura y tensión narrativa sin necesidad de buscar viralidad. En un panorama dominado por la vibra, el mood y la inmediatez, Clipse apuesta por densidad, por líneas que piden atención y por estructuras que no se entregan a la primera escucha.

No es un álbum juvenil ni pretende serlo. Es rap adulto hecho con hambre intacta. No intenta competir con tendencias, las ignora. Y en esa indiferencia encuentra su fuerza.

Clipse


Por qué es un disco 2025:


Este álbum es bueno porque no depende de su pasado. Porque no suaviza su discurso para encajar. Porque demuestra que se puede envejecer en el hip hop sin pedir disculpas ni convertirse en caricatura. Y porque, más allá de polémicas, contratos y titulares, lo que queda es música sólida, escrita con intención y ejecutada con maestría.

Disco recomendado


"Let God Sort Em Out" no es solo una recomendación para fans de Clipse o del rap de principios de los dos mil. Es una escucha imprescindible para cualquiera que crea que el hip hop todavía puede decir cosas incómodas con elegancia, rabia y humanidad.

Si nunca escuchaste a Clipse, este disco es una puerta exigente pero honesta. Si los seguiste desde Lord Willin’ o Hell Hath No Fury, es una confirmación. Y si pensabas que ya no tenían nada que demostrar, este álbum te recuerda que algunos artistas no regresan. Simplemente continúan.

Para mi es un de los mejores álbums de 2025 dentro del Hip Hop.

Video del tema "Chains & Whips":

Tracklist:

1. "The Birds Don't Sing" (featuring John Legend and Voices of Fire) Stevie Wonder 4:00
2. "Chains & Whips" (featuring Kendrick Lamar) 4:03
3. "P.O.V." (featuring Tyler, the Creator) 4:18
4. "So Be It" 3:14
5. "Ace Trumpets" 2:34
6. "All Things Considered" (featuring The-Dream and Pharrell Williams) 3:09
7. "M.T.B.T.T.F." 2:36
8. "E.B.I.T.D.A." (featuring Pharrell Williams) 1:59
9. "F.I.C.O." (featuring Stove God Cooks) 3:21
10. "Inglorious Bastards" (featuring Ab-Liva) 2:33
11. "So Far Ahead" (featuring Pharrell Williams) 3:22
12. "Let God Sort Em Out / Chandeliers" (featuring Nas) 2:32
13. "By the Grace of God" (featuring Pharrell Williams) 3:06

Clipse:

  • Malice – voz
  • Pusha T – voz

  • John Legend – voz (1)
  • Kendrick Lamar – voz (2)
  • Tyler, the Creator – voz (3)
  • Pharrell Williams – voz (6, 8, 11, 13)
  • The-Dream – voz (6)
  • Stove God Cooks – voz (9)
  • Ab-Liva – voz (10)
  • Nas – voz (12)

Voces adicionales:

  • Stevie Wonder – palabra hablada (1)
  • Pharrell Williams – voz adicional (2)
  • Aboud Harb – voz adicional (4)
  • Nigel Brixx Thornton – voz adicional (6)
  • Susan Carol Lewis – voz adicional (11)

Voices of Fire – coro (1, 3, 8, 11, 13)

  • Larry George – tenor
  • Alrenzo Albritton – tenor
  • Jahzeel Mumford – Tenor
  • Lauren Hendrick – soprano
  • Megan Buhmann – soprano
  • T. Alexandria Gray – soprano
  • Jazmine Canales – alto
  • Trenise Holloman – alto
  • Maria Rosado – alto
  • Colette Williams – alto

Instrumentos:

  • Mike Larson – programación adicional (1–6, 8–13)

Replay Heaven:

  • Richard Adlam – programación, teclados (3–4)
  • Hal Ritson – programación, teclados (3–4), violín (4)

  • Ali Jamieson – programación, teclados (4)
  • Brandon Harding – programación (6)
  • Stevie Wonder – piano (1)
  • Larry Gold – orquesta de cuerdas (1)
  • Steve Tirpak – orquesta de cuerdas (1)
  • Emma Kummrow – violín (1)
  • Charlene Kwas – violín (1)
  • Natasha Colkett – violín (1)
  • Blake Espy – violín (1)
  • Gared Crawford – violín (1)
  • Ghislaine Fleischmann – violín (1)
  • Marianne Haynes – violín (4)
  • Jonathan Kim – viola (1)
  • Yoshihiko Nakano – viola (1)
  • Glenn Fischbach – violonchelo (1)
  • Vivian Barton Dozor – violonchelo (1)
  • Lenny Kravitz – guitarra eléctrica (2)
  • J. Drew Sheard II – teclados (13)

Dirección:

  • Larry Gold – director de orquesta (1)
  • Bishop Ezekiel Williams – director de coro (1, 3, 8, 11, 13)
  • Larry George – director de coro (1, 3, 8, 11, 13)

VIAGRA BOYS - Viagr Aboys - Album

Antes de entrar canción por canción, antes incluso de hablar de estilos, influencias o contexto, conviene detenerse un momento en la sensación que deja Viagr Aboys al terminar la escucha. No es un disco que se imponga de inmediato ni que busque convencerte con grandes gestos. Más bien se queda rondando, como una conversación incómoda escuchada en la mesa de al lado, como una risa fuera de lugar en un momento serio. Viagra Boys no regresan para dar respuestas ni para señalar culpables con el dedo, sino para observar el desorden con una mezcla de ironía, cansancio y lucidez. Desde ahí, desde ese punto intermedio entre el chiste y la confesión, se despliega un álbum que merece ser recorrido con calma, atención y cierta disposición a aceptar que no todo tiene que estar claro para resultar revelador.

ALBUM: Viagr Aboys 


El primer sonido que me salta de "Viagr Aboys" no es una guitarra ni un sintetizador, es un eructo. Un eructo seco, incómodo, casi agresivo, que Sebastian Murphy suelta antes de empezar a hablar de carne, internet y pies. No es solo una broma escatológica, es una declaración de intenciones. Viagra Boys regresan en 2025 sin pedir permiso, sin limpiar nada, sin disculparse por existir. Y lo hacen desde un lugar curioso, menos rabioso que antes, más cansado, quizá más honesto.

VIAGRA BOYS - Viagr Aboys - Album (2025)

Este cuarto álbum llega tras "Cave World", un disco escrito en pleno encierro pandémico, atravesado por paranoia, teorías conspirativas y una sensación de mundo al borde del colapso. Aquello era un espejo deformado pero brutalmente reconocible. "Viagr Aboys" no abandona ese mundo, pero cambia la manera de habitarlo. Si antes la banda gritaba contra el ruido, ahora parece observarlo con una media sonrisa, entre el asco y la resignación. No es optimismo. Es otra forma de supervivencia.

Cómo se hizo:


Hay algo importante en el contexto de este disco. "Viagr Aboys" es el primer lanzamiento de Viagra Boys a través de su propio sello, Shrimptech Enterprises, tras separarse de Year0001 en 2024. Puede parecer un detalle técnico, pero se nota. El disco suena más libre, más errático y, paradójicamente, más controlado. Pelle Gunnerfeldt, productor habitual y figura clave del punk sueco, vuelve a estar detrás de la mesa, afinando un sonido que ya no necesita probar nada, solo afilarse.

Murphy ha dicho en entrevistas que estaba cansado de la carga política explícita, que quería hacer algo "simple y estúpido". Pero esa simplicidad es engañosa. Como casi todo en Viagra Boys, la estupidez funciona como máscara. Debajo hay ansiedad, síndrome del impostor, desgaste físico, miedo a la irrelevancia y una obsesión constante con el cuerpo, la salud y la identidad en un mundo que reduce todo a consumo.

El arte de sonar sucios sin serlo:


Musicalmente, "Viagr Aboys" es uno de los discos mejor producidos de la banda. No en el sentido pulido, sino en el uso del caos. El bajo sigue siendo el eje, grueso, amenazante, casi obsceno. Las guitarras entran como cuchilladas cortas o se arrastran con un tono noventero que recuerda tanto al grunge más sucio como al post punk europeo. Los sintetizadores y efectos electrónicos no decoran, incomodan.

"Man Made of Meat" avanza con un groove lento, casi aplastante, mientras Murphy escupe imágenes de supermercados infernales y cuerpos convertidos en productos. "Uno II" acelera el pulso con una energía nerviosa, casi new wave, y detalles inesperados, como flautas que evocan a la australianos Men at Work y convierten la paranoia doméstica en algo extrañamente bailable. "The Bog Body" mezcla texturas frías, casi arqueológicas, con un bajo que suena húmedo, como si estuviera enterrado en turba.

Hay momentos donde el grupo se permite romper su propio molde. "Medicine for Horses" es una balada triste, de una tristeza sin ironía, con guitarras que recuerdan a Pixies y un paisaje emocional amplio, casi americano. "River King", el cierre, apuesta por piano y silencio, por una fragilidad que nunca había estado tan expuesta en un disco de Viagra Boys.

La trampa de no tomarse en serio:


Sebastian Murphy siempre ha sido un narrador peculiar. Aquí sigue jugando al monólogo absurdo, al flujo de conciencia que parece improvisado pero está medido al milímetro. La diferencia es el tono. En "Viagr Aboys" hay menos rabia directa y más auto burla. "My personality is based on food now", canta en "Uno II", y uno se ríe hasta que se da cuenta de que no es solo un chiste, es una confesión.

"Man Made of Meat" podría parecer una caricatura grotesca del consumismo, pero también es una canción profundamente cansada, alguien que no quiere pagar por nada porque ya está agotado de existir dentro del sistema. "Pyramid of Health" se adentra en la obsesión contemporánea por el bienestar, los retiros espirituales, los remedios alternativos. No lo hace desde el desprecio, sino desde la confusión. Como si Murphy se preguntara si ahí hay alguna salida, aunque sepa que probablemente no.

"Dirty Boyz" retoma uno de los temas clásicos del grupo, la masculinidad tóxica, los grupos de chicos perdidos que se convierten en amenaza. No es la canción más novedosa del disco, pero sigue funcionando como retrato incómodo de una violencia heredada. "Waterboy", en cambio, baja la intensidad y muestra a un narrador roto, cansado, medicado, atrapado entre la nostalgia y la autodestrucción cotidiana.

"You N33d Me" es una sorpresa. Bajo su fachada de rock sucio hay una canción de amor torpe, casi tierna, sobre la necesidad de ser visto por alguien, aunque sea haciendo un baile ridículo. Es uno de esos momentos donde el humor se cae y aparece algo genuino.


Referencias:


Viagra Boys siempre han dialogado con el pasado sin sonar nostálgicos. Aquí hay ecos claros de Devo, no solo en la estética absurda, sino en la idea de la humanidad como especie en regresión. Hay algo de Talking Heads en la manera de observar la vida moderna como un espectáculo extraño. También hay rastros del rock alternativo de los noventa, del cinismo cansado de bandas como Pavement o del nihilismo cotidiano del grunge menos épico.

VIAGRA BOYS

Al mismo tiempo, el grupo sigue siendo profundamente europeo. Su manera de usar el humor, de incomodar sin explicar demasiado, conecta con una tradición más cercana al teatro absurdo que al rock clásico. En "Viagr Aboys", esa mezcla alcanza un equilibrio extraño pero efectivo.

Qué dice Viagr Aboys sobre nuestro tiempo:


Este disco no intenta explicar el mundo, ni denunciarlo de forma grandilocuente. Más bien lo retrata como un lugar agotador, confuso, lleno de estímulos contradictorios. Ya no hay grandes villanos claros. Todo es más difuso. El enfado ha dejado paso al cansancio. Y en ese cansancio, Viagra Boys encuentran una forma de honestidad.

Hay desesperanza, sí, pero también pequeños gestos de humanidad. "River King" es clave en ese sentido. La escena de una comida china mediocre en un lunes cualquiera, con ruido de platos de fondo, se convierte en un momento de paz real. No hay redención épica. Solo la sensación de que, por un instante, todo es más fácil.

Por qué Viagr Aboys te puede interesar:


"Viagr Aboys" no es un disco cómodo. Tampoco intenta ser el mejor álbum de la banda de forma evidente. Pero sí es, probablemente, el más humano. Donde antes había sátira afilada, ahora hay dudas. Donde antes había gritos, ahora hay silencios. Eso no significa que Viagra Boys se hayan domesticado. Siguen siendo ruidosos, desagradables cuando quieren, y profundamente incómodos. Pero también han aprendido a bajar el volumen para decir cosas que antes se escondían tras el chiste.

Disco recomendado


Recomiendo Viagr Aboys a quien quiera escuchar rock contemporáneo que no subestime a su oyente. A quien disfrute del humor extraño, de las canciones que hacen reír y luego incomodan. A quien haya seguido a Viagra Boys desde Street Worms o Welfare Jazz, pero también a quien llegue por primera vez. Este disco no ofrece respuestas claras, pero sí compañía en el desconcierto. Y en estos tiempos, eso ya es bastante.

Video del tema "Dirty Boyz":

Tracklist:

1. "Man Made of Meat" 3:09
2. "The Bog Body" 2:53
3. "Uno II" 2:15
4. "Pyramid of Health" 3:15
5. "Dirty Boyz" 3:44
6. "Medicine for Horses" 2:55
7. "Waterboy" 2:58
8. "Store Policy" 3:35
9. "You N33d Me" 3:53
10. "Best in Show Pt. IV" 5:28
11. "River King" 3:16

Viagra Boys (Banda)

  • Oskar Carls – producción (todas las pistas), guitarra (pistas 1, 2, 4, 5, 7, 9), saxofón (2-4, 6, 8-10), flauta (3, 8), coros (5, 7), clarinete bajo (11)
  • Linus Hillborg – producción (todas las pistas), guitarra (pistas 1-10)
  • Henrik Höckert – producción (todas las pistas), bajo (pistas 1-10)
  • Elias Jungqvist – producción (todas las pistas), sintetizador (pistas 1-10), piano (6, 10), coros (7), sampler (11)
  • Sebastian Murphy – voz, producción
  • Tor Sjödén – producción (todas las pistas), batería (pistas 1-10), percusión (2, 3, 5, 10), coros (7)

Colaboradores adicionales:

  • Pelle Gunnerfeldt – producción (todas las pistas), mezcla (todas las pistas), percusión (pistas 4, 7-10), guitarra eléctrica (4, 8); guitarra acústica, piano (4); sintetizador (8-10)
  • Klara Keller – coros (pistas 3, 6)
  • Anneli Törnkvist – coros (pista 10)
  • Ellinor Lindahl – coros (pista 10)
  • Lovisa Birgersson – coros (pista 10)
  • Lalo Cissohko – percusión (pista 10)

BIG THIEF - Double Infinity - Album

Pienso que este no es un disco que llegue con la intención de reafirmar nada. "Double Infinity" aparece en un momento de transición para Big Thief, cuando la banda ya no necesita demostrar su relevancia y puede permitirse explorar otras formas de decir, tocar y sentir. Escucharlo es aceptar que no todas las respuestas están claras y que, a veces, la música más interesante nace precisamente de ese espacio incierto.

ALBUM: Double Infinity


Este año me parece uno de los discos más interesantes publicados, no porque sea el más inmediato ni el más redondo, sino porque es uno de los que que más preguntas me plantea. "Double Infinity" llega en un momento clave para Big Thief, cuando la banda podría haberse acomodado tras el éxito masivo y crítico de "Dragon New Warm Mountain I Believe in You" y, sin embargo, decide hacer justo lo contrario. En lugar de repetir fórmula, el grupo se desarma, se expone y se permite grabar un álbum que suena a proceso, a búsqueda y, en ocasiones, a duda. Como oyente y como seguidor de su trayectoria, eso me resulta estimulante.

Ruptura y apertura:


El álbum se publica el 5 de septiembre de 2025 y es el primero que la banda graba sin Max Oleartchik, bajista fundador que abandonó el grupo en 2024 tras una etapa convulsa tanto a nivel interno como externo. La salida de Max marcó el final de una era para una banda que hasta entonces se había definido por una cohesión casi orgánica, por esa sensación de cuatro cuerpos respirando al mismo tiempo. En lugar de intentar reemplazar esa dinámica, Adrianne Lenker, Buck Meek y James Krivchenia optaron por redefinirla.

BIG THIEF - Double Infinity - Album (2025)

"Double Infinity" se grabó durante tres semanas en el "Power Station" de Nueva York, con Dom Monks de nuevo al mando de la producción, pero con una premisa distinta. Por primera vez, Big Thief trabajaron como un núcleo de tres músicos e invitaron a colaboradores de procedencias muy diversas, desde el ambient espiritual de Laraaji hasta percusionistas con formación afrocaribeña como Caleb Michel, pasando por el bajista Joshua Crumbly. El resultado no es un álbum de banda en el sentido clásico, sino un espacio abierto donde las canciones se expanden, se estiran y, a veces, se disuelven.

Adrianne Lenker lo describió como "gritar desde la montaña, hacia el cielo y hacia el núcleo de la tierra". Esa imagen resume bien el espíritu del disco: no hay una dirección clara, sino una voluntad de abarcarlo todo, aunque eso implique perder nitidez por el camino.

Sonido improvisado y psicodélico:


Si Dragon New Warm Mountain, era un catálogo exuberante de estilos, "Double Infinity" es un álbum mucho más unitario en atmósfera, aunque no necesariamente en estructura. Aquí desaparecen casi por completo los temas folk inmediatos y las canciones con estribillos memorables. En su lugar aparece una música más meditativa, psicodélica y, en muchos momentos, claramente improvisada.

BIG THIEF - Banda - 2025

El arranque con "Incomprehensible" marca el tono desde el primer minuto. Es una canción de rock espacial, impulsada por una batería nerviosa y una guitarra que parece buscar constantemente nuevos puntos de apoyo. La voz de Lenker no lidera la canción tanto como la atraviesa, con ecos que la convierten casi en otro instrumento más. Es significativo que el disco empiece así, con una declaración de intenciones que no busca seducir, sino situar al oyente en un terreno inestable.

"Words" continúa por ese camino, con guitarras que chirrían, armonías que se superponen sin resolverse del todo y una sensación general de búsqueda. Aquí Big Thief parecen dialogar tanto con el rock psicodélico de finales de los sesenta como con el folk experimental de discos como "U.F.O.F.", pero llevándolo un paso más allá, hacia terrenos menos narrativos y más sensoriales.

"Los Angeles" actúa como un primer punto de anclaje. Es una canción más desnuda, con guitarras acústicas y armonías vocales que remiten a Bob Dylan o Joni Mitchell, pero incluso aquí hay algo flotante, como si la canción no terminara nunca de posarse del todo. La letra, fragmentaria y evocadora, habla de reencuentros y de vínculos que sobreviven al paso del tiempo sin necesidad de explicaciones.

Canciones como estados emocionales:


Una de las claves de "Double Infinity" es que muchas de sus canciones funcionan menos como relatos cerrados y más como estados emocionales prolongados. "No Fear", con sus siete minutos de duración, es probablemente el mejor ejemplo. Construida sobre un groove lento y envolvente, la canción se va cargando de capas, percusiones múltiples, guitarras procesadas y efectos que crean una sensación cercana al dub o al shoegaze más etéreo. Las letras, simples hasta rozar lo infantil, parecen pensadas como mantras, no como mensajes racionales. Puede resultar frustrante para quien busque la precisión lírica de otros discos de Big Thief, pero también tiene algo hipnótico, casi físico.

"Grandmother", con la colaboración de Laraaji, es uno de los momentos más extraños y, a la vez, más reveladores del álbum. La canción celebra la impermanencia, el amor atravesado por la conciencia de la pérdida. La zither, los drones y las vocalizaciones sin palabras aportan una dimensión casi espiritual, alejando a Big Thief de cualquier etiqueta estricta de rock o folk. Aquí la banda parece más cercana a una experiencia colectiva que a una canción en el sentido tradicional.

"All Night, All Day" introduce una energía distinta, con percusiones rápidas y una sensación rítmica que recuerda vagamente a una versión acústica y orgánica del drum and bass. Es uno de los temas más accesibles del disco y, al mismo tiempo, uno de los más luminosos, con letras que hablan de gratitud y conexión.

El tema que da título al álbum, "Double Infinity", es quizá el corazón emocional del conjunto. Es una canción serena, casi suspendida en el aire, donde Lenker canta sobre un amor que no necesita definirse, que existe más allá del tiempo y del lenguaje. No es una declaración ni una despedida, sino algo más difuso y, por eso mismo, más honesto.

Comparaciones inevitables:


Es difícil no establecer paralelismos entre "Double Infinity" y otros momentos de transición en la historia del rock. Hay algo de "ADore" de Smashing Pumpkins en su mezcla de sensibilidad gótica y experimentación, o de "Planet Waves" de Bob Dylan en esa sensación de banda que se reconfigura mientras sigue avanzando. No son discos que buscaran agradar en su momento, y precisamente por eso han envejecido de forma interesante.

También es inevitable compararlo con Dragon New Warm Mountain…, y ahí surgen muchas de las críticas. Este no es un disco expansivo ni celebratorio. Es más bien un otoño espiritual, una etapa de introspección tras el exceso. Algunas canciones pueden parecer inacabadas o repetitivas, pero quizá esa incomodidad sea parte del mensaje.

Por qué interesa:


"Double Infinity" no es el álbum más inmediato de Big Thief, ni probablemente el más querido a corto plazo. Pero es uno de los más honestos. Refleja una banda en plena transformación, dispuesta a perder certezas para explorar otras formas de conexión, tanto entre ellos como con el oyente. En un contexto cultural donde todo parece exigir claridad, posicionamiento y rapidez, este disco apuesta por la ambigüedad, el proceso y la escucha atenta.

Disco recomendado


Recomendar "Double Infinity" implica también advertir. No es un disco para poner de fondo ni para buscar grandes himnos. Es un álbum que pide tiempo, paciencia y una cierta disposición a dejarse llevar. Si entras en su lógica, te devuelve una experiencia rica, extraña y profundamente humana. Para quienes sigan la evolución de Big Thief o simplemente busquen un álbum que se atreva a ser distinto en 2025, este es, sin duda, un viaje que merece la pena recorrer.

Video del tema "Grandmother":

Tracklist:

1. "Incomprehensible"              3:53
2. "Words"              3:47
3. "Los Angeles"              3:57
4. "All Night All Day"             4:48
5. "Double Infinity"              4:12
6. "No Fear"              6:58
7. "Grandmother" (with Laraaji) 6:00
8. "Happy with You"             4:26
9. "How Could I Have Known"     4:48

Big Thief (Banda):

  • Adrianne Lenker – voz, guitarra (todas las pistas), drone (4), percusión, ambientación (8)
  • Buck Meek – guitarra (todas las pistas), voz (1, 3, 7–9)
  • James Krivchenia – batería (todas las pistas), percusión (1, 2, 4–9), sintetizador (1), voz (1, 7, 8), drone (4, 9), ambientación (8)

Músicos adicionales:

  • Alena Spanger – voz
  • Hannah Cohen – voz
  • Joshua Crumbly – bajo
  • June McDoom – voz
  • Laraaji – cítara (1, 3, 4, 6–8), tablet (1, 3, 4, 7, 8), piano electromecánico (2), voz (2, 7), percusión (6)
  • Mikel Patrick Avery – percusión (1, 2, 5–7)
  • Mikey Buishas – piano (1, 3–5, 8), bucle de cinta (2–7), sintetizador (7)
  • Caleb Michel – percusión (2, 4, 7–9)
  • Jon Nellen – percusión (3, 4, 6, 8, 9)
  • Adam Brisbin – guitarra (9)

Técnico:

Dom Monks – producción, mezcla, ingeniería

GEESE - Getting Killed - Album

A veces te encuentras un disco que no encaja en ninguna expectativa previa. No llega para confirmar lo que ya sabías sobre una banda y tampoco para repetirse, sino para obligarte a escuchar de otra manera. Así es con "Getting Killed" de Geese, un álbum que no pide permiso para ser extraño, intenso y cambiante. Lo descubrí sin buscarlo y terminó capturándome por su honestidad cruda, por su manera de abrazar el caos sin perder nunca la dirección. Ese desconcierto inicial, lejos de alejarme, me llevó a querer entender de dónde salía un disco así y por qué sonaba tan vivo. De esa necesidad nace este post, una invitación a adentrarse en un trabajo que descoloca y fascina a partes iguales.


ALBUM: Getting Killed


Este álbum no busca ser elegante ni redondo, sino mostrar sin filtros lo que pasa por dentro. "Getting Killed", el nuevo álbum de Geese, entra exactamente en esa categoría. Desde el primer minuto deja claro que la banda ha decidido tensar todas sus costuras y abrir un espacio nuevo dentro del rock alternativo contemporáneo, un espacio donde el caos convive con la belleza y donde cada canción parece al borde del colapso, pero nunca pierde el control del todo. Ese desajuste deliberado es, paradójicamente, lo que hace que el álbum funcione.

GEESE - Getting Killed - Album (2025)

Cómo nació un álbum:


Para entender "Getting Killed", conviene mirar el contexto que lo originó. Geese llegaban de un cambio importante: la salida de su guitarrista fundador, Foster Hudson, a finales de 2023. El grupo, que arrancó como un quinteto de adolescentes ambiciosos, se quedó en cuarteto, con Cameron Winter asumiendo más peso en las guitarras y con Emily Green, Dominic DiGesu y Max Bassin obligados a redefinir su manera de crear juntos.

En paralelo, Winter había sorprendido a todos con su disco en solitario, Heavy Metal, que salió en diciembre de 2024 sin grandes expectativas y acabó convirtiéndose en un pequeño fenómeno crítico. Ese "accidente" de éxito le dio una confianza inesperada y, según él mismo ha contado, la libertad para plantear "Getting Killed" como un álbum más ruidoso, más directo, más tenso. Como si necesitara demostrar que la vulnerabilidad íntima de su trabajo solista también podía convivir con el desorden eléctrico del grupo.

La llegada del productor "Kenny Beats" o Kenneth Blume, terminó de encender la mecha. Blume conoció al grupo casi por azar, se obsesionó con ellos, y al escuchar el proyecto en solitario de Winter entendió que había una lógica interna en ese caos que, de primeras, le parecía inabarcable. Su papel fue crucial: dejó respirar las imperfecciones, convirtió los errores en textura y empujó a la banda hacia un sonido más crudo y repetitivo, casi ritual.

Geese - banda

No es menor que gran parte del disco se grabara mientras Los Ángeles ardía por los incendios de invierno. La banda encerrada en un estudio aislado, improvisando largas sesiones mientras afuera todo ardía. Ese ambiente se nota. El álbum huele a humo, ansiedad y urgencia.


Un sonido entre lo caótico y lo adictivo:


Hablar del sonido de "Getting Killed" es aceptar que no pertenece a un único estilo. Si algo define a Geese es precisamente su incapacidad, voluntaria, para encajar en una etiqueta. Este álbum navega entre el art-rock, la energía del no wave, los grooves del soul y el funk, el vértigo del post-punk y hasta guiños al rock sureño que ya habían explorado en 3D Country, aunque aquí retorcidos hasta lo irreconocible.

La apertura con "Trinidad" es una bofetada deliciosa. La batería de Bassin funciona como un corazón acelerado, el bajo se retuerce como si intentara escapar de sí mismo y la guitarra de Green lanza chispazos que parecen nacer de un cortocircuito. La aparición vocal de JPEGMAFIA añade una intensidad que roza lo maniático. Winter alterna súplicas, graznidos y un tono a medio camino entre un predicador en crisis y un actor que se queda sin aire. Es un comienzo desconcertante y vibrante que deja claro que no habrá concesiones.

Después llega "Cobra", que actúa como un respiro luminoso. Aquí el grupo logra un equilibrio precioso entre la dulzura melódica y un pulso rítmico con aires de soul sesentero. Winter canta con una calidez inesperada que recuerda, por momentos, al primer Damon Albarn o incluso a Beirut en su manera pastoral de estirar las vocales.

"Husbands" demuestra otro registro: un canto extraño y contagioso, sostenido por una batería metronómica y guitarras sinuosas que podrían haber salido de un disco perdido de John Frusciante. Es un tema que arranca en una aparente sobriedad y termina convertido en un himno retorcido, casi espiritual.

En "100 Horses", uno de los grandes momentos del disco, el grupo abraza una estética bélica, casi cinematográfica. Winter canta desde la perspectiva de un general en tiempos de guerra, con frases que suenan inquietantemente contemporáneas. La canción combina funk oscuro, repetición hipnótica y un estribillo mentalmente corrosivo.

El álbum también se permite respiraciones íntimas, como "Au Pays du Cocaine", una balada frágil, casi transparente, donde Winter se deja llevar por una calma tensa. Es uno de los momentos donde más se nota la influencia emocional de su disco solista, esa vulnerabilidad que asoma entre las disonancias.

"Taxes", por su parte, es un híbrido perfecto entre desesperación y euforia. Es un tema que habla de culpa, de errores, de resentimiento propio, pero lo hace con un ritmo que podría encajar en un festival a plena luz del día. Es quizá el mejor ejemplo de esa dualidad que atraviesa todo el álbum: la alegría dentro de la tragedia.

Y el cierre, "Long Island City Here I Come", es una despedida contemplativa que crece como una ola. Winter lanza frases casi teatrales, entre lo profético y lo absurdo, mientras la banda construye un crescendo que parece no terminar nunca. Es un final que no ofrece respuestas, solo una sensación de movimiento constante. Esa frase repetida: "Nobody knows where they’re going except me", puede sonar arrogante o desesperada, pero sobre todo suena humana.


Ansiedad colectiva y el deseo de bailar:


Escuchar "Getting Killed" es aceptar que vivimos en un tiempo de contradicciones permanentes. Las canciones hablan de bombas, de miedo, de identidad líquida, de culpa, de guerra, pero también de amor, de celebración y de una rara forma de esperanza. Todo está teñido de humor oscuro, de ironía y de una teatralidad que nunca resulta forzada.

Geese consigue algo que no es habitual: reflejar la ansiedad contemporánea sin convertirse en un lamento monocromático. Hay angustia, sí, pero hay ritmo. Hay gritos, sí, pero también hay melodías luminosas. Es un disco lleno de vida, incluso cuando describe momentos de auténtico derrumbe emocional.

En cierto modo, "Getting Killed" captura mejor que muchos otros álbumes recientes esa sensación de vivir conectados a demasiadas pantallas, a demasiadas expectativas, a demasiados miedos que no sabemos gestionar. Es un disco que se mueve como una mente hiperestimulada, saltando entre ideas sin transición, pero encontrando conexiones secretas entre todas ellas.

Por qué mola:


Creo que "Getting Killed" funciona tan bien porque no pretende ofrecer verdades reveladoras ni grandes declaraciones generacionales. Funciona porque es honesto en su desorden y profundamente humano en su vulnerabilidad. La producción de Kenny Beats, tan presente como invisible, potencia esa autenticidad permitiendo que la banda respire, se equivoque, improvise y deje que la música se acerque a un estado casi ritual.

Geese ya no suenan como una banda joven buscando su identidad. Suenan como un grupo que ha aceptado que su identidad es precisamente el movimiento, la fuga, el no quedarse quietos en ningún sitio. Ese es, quizás, el mayor logro del disco: recordarnos que no hace falta encontrar una forma final para tener algo que decir.

Disco recomendado


Si buscas un álbum de rock que te saque de la rutina, que te deje pensando y que, además, te haga mover el cuerpo, te recomiendo escuchar "Getting Killed". No es un disco fácil, ni pretende serlo, pero tiene una energía tan genuina que resulta imposible apartarse de él. Geese han conseguido crear un álbum que no solo merece atención, sino que exige una escucha completa, de principio a fin, porque solo entonces revela toda su extraña coherencia.

En un panorama musical lleno de producciones impecables y previsibles, "Getting Killed" ofrece algo que cada vez cuesta más encontrar: carácter. Un carácter bruto, impredecible y profundamente vivo. Y eso, hoy, me parece un lujo.

Video del tema "Getting Killed":

Tracklist:

1. "Trinidad" 3:44
2. "Cobra" 3:05
3. "Husbands" 4:08
4. "Getting Killed" 4:44
5. "Islands of Men" 5:54
6. "100 Horses" 3:46
7. "Half Real" 3:22
8. "Au Pays du Cocaine" 3:30
9. "Bow Down" 3:28
10. "Taxes" 3:17
11. "Long Island City Here I Come" 6:37

Geese:

  • Cameron Winter – voz, guitarra, teclados, producción, mezcla
  • Dominic DiGesu – bajo, producción
  • Emily Green – guitarra, producción
  • Max Bassin – batería, producción

Colaboradores adicionales

Kenny Beats – producción
JPEGMafia – voz adicional en "Trinidad"
Nick Lee – trombón en "Trinidad", "Islands of Men" y "100 Horses"
Aaron Paris – violín en "Trinidad", "Husbands" y "Bow Down"