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THE STOOGES - Fun House - Album (Revisited)

Para quienes aman el caos puro y directo del rock, "Fun House" de The Stooges es un álbum que no necesita presentación, pero que a la vez la exige. Publicado en 1970, este desenfrenado viaje de furia sónica puede que no fuera un éxito comercial en su época, pero su influencia no ha hecho más que crecer con el tiempo. Se erige como una piedra angular del punk rock, encapsulando una tormenta perfecta de agresión, desafío y pura energía animal. Pero más allá de su estatus legendario, "Fun House" es más que un álbum, es una experiencia. Al sumergirte en su ritmo caótico y su brutal honestidad, comprenderás rápidamente por qué este disco se ha convertido en el modelo de todo lo que vino después en el mundo del punk. Permíteme explicarte por qué este álbum sigue resonando, décadas después de su lanzamiento. Una auténtica recomendación para este blog musical.

ALBUM: Fun House


The Stooges, una de las fuerzas definitorias del proto-punk, llevaron todo a nuevos extremos con su álbum de 1970, "Fun House". Si bien su debut consolidó su reputación de ferocidad, "Fun House" se convertiría en la encarnación de su energía cruda y desenfrenada. Editado el 7 de julio de 1970, el álbum, inicialmente un fracaso comercial, se ha convertido en una obra legendaria que encapsula el espíritu salvaje y rebelde del punk rock inicial. Desde entonces, ha sido considerado uno de los mejores álbumes de punk de todos los tiempos, una obra maestra visceral y caótica que sigue siendo tan potente hoy como cuando salió a la venta.

THE STOOGES - Fun House - Album (1970)


Un salto brutal:


Para cuando The Stooges entraron al estudio para grabar el LP "Fun House", ya se habían consolidado como una de las bandas más peligrosas de Estados Unidos. Su primer álbum fue una entrada explosiva en el mundo del garage rock crudo, pero "Fun House" redefiniría los límites de lo que la música podía ser. Con el productor Don Gallucci, ex miembro de The Kingsmen, a los mandos, la banda adoptó un enfoque radicalmente diferente. Gallucci, quien había trabajado en temas icónicos como "Louie Louie", adoptó un estilo de producción diseñado para capturar la energía cruda y sin pulir de las presentaciones en vivo de The Stooges. El resultado fue un sonido que se sentía menos como un álbum de estudio convencional y más como un asalto caótico y sin filtros a los sentidos.

La decisión de Gallucci de tratar "Fun House" como una grabación en vivo, grabando toma tras toma sin limpiar excesivamente el sonido, permitió que la energía innata de The Stooges se filtrara. El resultado es un álbum que se siente peligroso, inmediato y vivo. Mientras que el debut de la banda tenía un sonido algo más controlado, aunque áspero, "Fun House" toma esa agresividad y la eleva al nivel 11 (perdón por el juego de palabras con "Spinal Tap"). La guitarra de Ron Asheton, aunque minimalista en su técnica, se convierte en una fuerza abrasadora, y la sección rítmica, impulsada por el bajo retumbante de Dave Alexander y la batería atronadora de Scott Asheton, proporciona una base de poder que amplifica cada momento de caos.

El rugido primario de Iggy Pop:


En el corazón de "Fun House" se encuentra Iggy Pop, cuya interpretación vocal en este álbum representa la apoteosis de su caótica personalidad escénica. Mientras que la mueca de su voz en el debut de la banda insinuaba la locura que acechaba en su interior, aquí, se materializa plenamente. Sus gritos son animales, crudos y desesperados. En canciones como "Loose", sus gritos evocan el dolor y la frustración de un animal enjaulado que anhela la libertad. Su entrega desenfrenada se complementa a la perfección con la naturaleza frenética e impredecible de la música, creando una experiencia auditiva inolvidable.

The Stooges - Iggy Pop

La evolución vocal de Iggy Pop en "Fun House" es significativa. En canciones anteriores, mostraba cierto desapego, pero aquí, sus letras se expresan con una urgencia que roza la locura. En "1970", el tema más icónico del álbum, canta con una sensación de abandono autodestructivo, marcando la pauta de lo que se convertiría en su filosofía distintiva: la búsqueda desmedida de la vida y el arte. Las canciones capturan la sensación de un joven al límite, impulsado por un deseo insaciable de caos y emociones

La cruda vulnerabilidad que transmite Iggy también se manifiesta plenamente en "Dirt". Si bien sigue impregnada de la agresividad primaria que define "Fun House", hay una ternura en la interpretación de Iggy, una faceta más suave que más tarde emergería con mayor prominencia en su trabajo en solitario, especialmente en álbumes como "The Idiot".


El sonido del caos:


"Fun House" no es un álbum de rock tradicional, ni un álbum que encaje fácilmente en ningún género en particular. Si bien claramente tiene raíces en el garage rock, la banda las lleva al límite. El tema inicial, "Down on the Street", impacta como un tren, su riff con tintes blues da paso a una serie de caóticos arrebatos de guitarra y a la voz áspera y gutural de Iggy. Es un himno frenético que prepara el terreno para la locura que sigue.

La energía se intensifica con "Loose", que arranca con una batería potente y un riff de guitarra estridente. La canción destila una innegable energía sexual; la letra es una mezcla de confesión cruda y rebeldía desafiante. "Loose" es el epítome de lo que hace a "Fun House" tan única: la combinación de energía, agresividad y honestidad sin filtros.

Sin embargo, no todas las canciones de "Fun House" son tan frenéticas. El infame "T.V. Eye" es una pieza de punk rock densa e implacable que parece estar a punto de explotar en cualquier momento. El verso "She got a T.V. eye on me" sugiere la creciente obsesión de Iggy con los medios y la obsesión de la sociedad por el control, a la vez que ofrece una de sus interpretaciones vocales más icónicas. La feroz sección rítmica de la canción y su guitarra distorsionada encarnan la esencia del álbum, capturando la rabia y la inquietud de una generación al borde del abismo.

Quizás el tema más famoso sea "L.A. Blues", un desenfreno de ruido de siete minutos que cierra el álbum. Es un caos puro y desenfrenado, una pieza instrumental que crece y se derrumba en oleadas, impulsada por el saxofón, la guitarra y la batería, que chocan entre sí en una cacofonía salvaje. Es un final perfecto para un álbum que te deja sin aliento y desconcertado. “L.A. Blues” se centra menos en la estructura y más en capturar la esencia de la desesperación y el nihilismo.

Una obra maestra del punk rock:


A pesar de su fracaso comercial inicial, "Fun House" se ha convertido en uno de los álbumes más influyentes de la historia del rock. Representa la versión más intensa y cruda de la energía en vivo de los Stooges, una que desde entonces ha influenciado a innumerables bandas de todos los géneros. Su ferocidad, crudeza sin complejos y energía caótica lo distinguen de cualquier otra banda publicada en su momento. Si bien muchas bandas de punk siguieron los pasos de The Stooges, pocas lograron capturar la misma energía, urgencia e imprudencia que "Fun House" personifica.

THE STOOGES

Incluso hoy, al escuchar este álbum, no puedo evitar sentirme impactado por su atemporalidad. Los Stooges no fueron solo un producto de su tiempo, sino que se adelantaron a su tiempo. Su música trascendió los límites del rock 'n' roll, llevándolo a un nuevo reino de rebeldía. "Fun House" fue la obra maestra de la banda, un disco que capturó la frustración, la ira y el caos juvenil de una época, y su legado continúa influyendo en la música moderna.

Disco recomendado


Si te consideras fan del rock, el punk o simplemente de la música en general, "Fun House" es imprescindible. Es una exploración primigenia y anárquica de la energía y el sonido que ha influenciado todo, desde el punk hasta el post-punk y el grunge. Lo que lo hace tan poderoso no es solo la energía, sino la honestidad en su interpretación; no hay nada falso ni pretencioso en él. Es crudo, real y sin complejos en su ferocidad.

Este álbum no es para los débiles. Es desordenado, caótico y, a menudo, difícil de escuchar. Pero eso es precisamente lo que lo hace tan cautivador. Si estás listo para adentrarte en el mundo salvaje y rebelde de los Stooges, "Fun House" es el punto de partida perfecto. Es el disco que cambió para siempre el panorama de la música rock.

En resumen, "Fun House" es más que un álbum punk emblemático; es una experiencia sonora inolvidable. Se lo recomiendo encarecidamente a cualquiera que ame la música cruda, sin concesiones y sin reservas. Ya sea que lo descubran por primera vez o lo vuelvan a escuchar después de años, el segundo álbum de los Stooges es un recordatorio atemporal del poder del verdadero rock 'n' roll.

Video del tema "Down on the Street":

Tracklist (formato LP original):

Cara A:

1. "Down on the Street" 3:42
2. "Loose" 3:34
3. "T.V. Eye" 4:16
4. "Dirt" 7:00

Cara B:

1. "1970" 5:14
2. "Fun House" 7:45
3. "L.A. Blues" 4:52

The Stooges (Banda):

  • Iggy Pop – voz
  • Ron Asheton – guitarra eléctrica
  • Dave Alexander – bajo
  • Scott Asheton – batería
  • Steve Mackay – saxofón tenor (5–7)

Técnica:
Don Gallucci – producción, órgano en la versión de "Down on the Street"

THE SABRES OF PARADISE - Haunted Dancehall - Album

El álbum "Haunted Dancehall" nunca estuvo destinado a ser un hito, pero décadas después, se siente como tal. No porque gritara para ser escuchado, sino porque susurraba cosas que ningún otro disco se atrevió a decir. Antes de adentrarnos en sus oscuros pasillos y ritmos extraños, una advertencia: esto no es música ambiental. Este es un mundo. Entras en él o no. Pero una vez dentro, no sales inmutable. Un disco que quiero recomendar a los lectores más atrevidos de este blog de música.

ALBUM: Haunted Dancehall


Hay discos que marcan un momento. Y otros parecen envolver el tiempo en sí mismo, sonando tan impredecibles y vitales décadas después de su lanzamiento como el día que salieron de una tienda de discos. "Haunted Dancehall", el segundo y último álbum de The Sabres of Paradise, se enmarca inequívocamente en esta última categoría. Publicado por Warp Records el 28 de noviembre de 1994, sigue siendo una experiencia auditiva singular: cinematográfica, críptica y obstinadamente inclasificable.

THE SABRES OF PARADISE - Haunted Dancehall - Album

Este fue el único "álbum" auténtico que el trío, formado por Andrew Weatherall, Jagz Kooner y Gary Burns, creó. Su debut, "Sabresonic", fue más bien una recopilación de material ya existente, y el siguiente, "Sabresonic II", una reedición reorganizada. ¿Pero Haunted Dancehall? Eso era diferente. Fue el disco que construyeron desde cero. El que tiene la historia, los extraños fragmentos narrativos impresos en su interior, el nombre falso del autor (James Woodbourne, invención del propio Weatherall) y las canciones que no solo sonaban, sino que evocaban.

Construyendo un Dancehall desde las sombras:


A diferencia del sonido más directo y clubbing de "Sabresonic", "Haunted Dancehall" es inquieto, melancólico y extrañamente espacioso. La paleta es extensa, con toques de dub, destellos de trip hop, funk nervioso, música de biblioteca polvorienta y ambient magullado, todo ello unido por una peculiar sensación de deriva nocturna. Casi se puede ver la luz de sodio destellando sobre el pavimento mojado.

Kooner describió una vez la dinámica de su estudio: Weatherall aportaba los samples y secuenciaba las ideas, mientras Burns ponía los instrumentos y él, Kooner, se encargaba de las cajas de ritmos y la ingeniería. Y aunque los tres miembros tenían los pies bien puestos en la escena underground de la música dance, ya que Weatherall había trabajado con Primal Scream y Burns y Kooner también formaban parte de The Aloof, este álbum trascendía la lógica de los clubes. No se trataba solo de grooves. Eran narrativas contadas a través del ritmo y la distorsión.

Un álbum que suena como una película:


Muchos discos se consideran cinematográficos, pero pocos te hacen sentir como si estuvieras realmente habitando el lado oscuro de una ciudad. "Haunted Dancehall" te invita a caminar por las calles cubiertas de niebla de un Londres ficticio y noir, siguiendo a un personaje llamado McGuire desde cafés abandonados hasta puestos de mercado al amanecer, encontrándote con recuerdos, fantasmas y reflejos torcidos.

Esa sensación narrativa recorre las canciones, perdón, los números, incluso si la trama nunca se explica del todo. El swing potente y blaxploitation de "Theme" no desentonaría en una película ciberpunk. El siguiente tema, "Tema 4", se siente como el eco que surge al terminar la acción, un descenso ambiental hacia los escombros.

La secuencia es impecable. "Bubble and Slide", dividida en dos versiones, abre el disco con un ritmo ultra-metálico que se tambalea como una máquina averiada en un callejón de Blade Runner. Luego viene "Duke of Earlsfield", con un ritmo trepidante en contrabajo, un espacio dubwise y esa percusión resbaladiza que te marea y te engancha por completo.

Canciones que perduran como el humo:


He escuchado este disco en muchos sitios. A veces solo, a veces de madrugada, a veces en coche con amigos que lo escuchaban por primera vez. Y cada vez, ciertas canciones adquieren nuevos matices.

"Wilmot", por ejemplo, se ha convertido en una especie de himno secreto para los entendidos. Construida alrededor de un sample de calipso de "Black But Sweet" de Wilmoth Houdini, la versión del álbum ralentiza el original hasta convertirlo en un arrogante shuffle digital vudú. Es dub, pero no dub. Funk, pero no funk. Es su propia esencia fantasmal.

Luego está "Planet D", un remix de Geoff Barrow de Portishead. Una de las pocas contribuciones externas, sumerge al oyente en el territorio del hip hop esquelético, con minimalismo boom-bap y melancolía de almacén vacío. Y eso es antes de llegar a "Ballad of Nicky McGuire", que suena como si se hubiera grabado desde un teléfono público en un sueño.

THE SABRES OF PARADISE


Clímax tranquilos y despedidas finales:


A medida que el disco comienza a descender hacia su último tercio, la atmósfera cambia. "Jacob Street 7AM" y "Chapel Street Market 9AM" se adentran en territorio ambiental. Ya no estás en el dancehall, te tambaleas al volver a casa. Hay una especie de tristeza post-euforia, una sensación de luz gris que se eleva sobre el ladrillo y los planes rotos.

El tema que da título al disco, "Haunted Dancehall", cierra el disco con el tipo de melodía que puede llegar a tocarte la piel sin darte cuenta. Un arpegio simple, una sombra de cuerdas, un ritmo rítmico que insinúa algo más oscuro justo fuera de tu campo de visión. Es hermoso, sí. Pero no es seguro.

Un género en sí mismo:


Es difícil categorizar exactamente qué es el disco "Haunted Dancehall". No es techno en el sentido tradicional, ni es IDM, a pesar de su lanzamiento en Warp. Tiene más ganchos que la mayoría de los discos de ambient, pero demasiado espacio para encajar a la perfección con el trip hop o el big beat. Es, de la forma más halagadora posible, invendible. Un disco que surgió de un momento muy específico y, sin embargo, suena como si no perteneciera a nadie.

Andy Weatherall, fallecido en 2020, siempre fue una especie de transformador musical. Y aunque sus proyectos posteriores, como Two Lone Swordsmen, fueron ricos e influyentes por sí mismos, este se siente como su visión más completa. Junto a Kooner y Burns, esbozó un mundo y dejó lo justo sin terminar para que los oyentes pudieran imaginarse dentro.

Por qué deberías escucharlo:


Décadas después, "Haunted Dancehall" sigue siendo uno de los temas más profundos y venerados de Warp. No suena como nada más en su catálogo. Y ciertamente no suena como nada que se esté haciendo ahora. Pero es precisamente por eso que se siente tan fresco.

En una época donde las listas de reproducción fragmentan los álbumes en distracciones breves, "Haunted Dancehall" insiste en ser escuchado completo. Es un disco para auriculares. Un disco para una noche larga. Un disco para un día lluvioso, a la luz de las velas, un viaje al pasado.

También es uno de los pocos álbumes electrónicos que se niega a convertirse en una pieza de museo. Porque nunca se trató de un género ni de una época. Se trataba de sentimientos. De historias de fantasmas contadas a través de líneas de bajo. De bailar solo, mucho después de que todos se hayan ido a casa.

Disco recomendado


No necesitas conocer la historia de fondo para disfrutar de "Haunted Dancehall". No necesitas saber que la funda interior fue escrita por Andrew Weatherall bajo seudónimo, ni que el grupo planeó una secuela con Tom Waits e Ice T. No necesitas saber que se lanzó justo antes de su disolución, ni que alcanzó el puesto número 57 en la lista de álbumes del Reino Unido.

Solo tienes que darle al play. Deja que se desarrolle. Déjate llevar por los callejones. Déjate llevar a ese espacio liminal donde la electrónica, el dub, la ficción negra y los recuerdos atormentados se fusionan.

Puede que los Sabres of Paradise ya no estén, pero en este álbum, sus fantasmas siguen danzando.

Video del tema "Wilmot":


Tracklist:

1. "Bubble and Slide" 2:39
2. "Bubble and Slide II" 7:38
3. "Duke of Earlsfield" 8:42
4. "Flight Path Estate" 3:21
5. "Planet D" (Portishead Remix) 4:41
6. "Wilmot" 7:32
7. "Tow Truck" 6:35
8. "Theme" 4:48
9. "Theme 4" 1:55
10. "Return to Planet D" 5:04
11. "Ballad of Nicky McGuire" 8:30
12. "Jacob Street 7AM" 3:46
13. "Chapel Street Market 9AM" 7:14
14. "Haunted Dancehall" 4:25

Créditos:

  • Andrew Weatherall – producción y mezcla
  • Jagz Kooner – producción y mezcla
  • Gary Burns – producción y mezcla
  • Portishead (Geoff Barrow) – producción adicional (5)
  • Scruff – producción adicional (6)
  • MadArk – arte gráfico