Antes de convertirse en una de las bandas más queridas del indie británico, Doves renacieron de una tragedia. "Lost Souls" no solo marcó su debut, sino también el inicio de una nueva identidad sonora. Este es un viaje por un disco que transformó el dolor en belleza y dejó una huella en la música de comienzos de siglo.
ALBUM: Lost Souls
En abril del año 2000, el mundo escuchó por primera vez el nombre de Doves asociado no a la euforia de la pista de baile, sino al crepitar lento y nebuloso de guitarras melancólicas. La banda británica, formada por los hermanos Jez y Andy Williams junto a su viejo amigo Jimi Goodwin, había dejado atrás su vida como "Sub Sub", un trío de música house que rozó la gloria con el hit "Ain’t No Love (Ain’t No Use)" y emergían de entre los restos de un estudio incendiado con un disco que, más que un debut, fue una declaración de supervivencia. Ese disco fue "Lost Souls".
De las ruinas al renacimiento:
No todas las bandas pueden decir que empezaron literalmente de cero. Doves sí. El incendio de su estudio en 1996 marcó un punto de inflexión: lo que podría haber sido un final se convirtió en un nuevo comienzo. Ya cansados del circuito clubs y con el espíritu de Manchester aún latiendo en sus venas, decidieron redirigir su energía hacia un sonido más introspectivo, sin abandonar del todo sus raíces electrónicas.
Esa transición se siente desde el primer segundo del disco. "Firesuite", una introducción instrumental, no grita ni busca impacto inmediato. Se desliza lentamente, con guitarras acuáticas y una atmósfera brumosa que parece salir de las sombras de la madrugada. Es la forma de Doves de abrir no solo un álbum, sino una nueva etapa.
Viaje emocional entre euforia y vacío:
"Lost Souls" no es un álbum que puedas escuchar con prisa. Es una experiencia de principio a fin, con subidas brillantes y bajadas. En canciones como "Here It Comes", el pasado rave se entrelaza con una resignación serena. “This is the day, this is the time to stare at the world in wonder”, canta Goodwin sobre un piano que avanza con soltura, casi como si narrara el fin de una era.
La melancolía se profundiza con "Break Me Gently", donde los arpegios delicados y las voces distorsionadas dibujan el contorno de un desamor. Luego llega "Sea Song", un número que parece escrito desde el ojo de una tormenta. Sus guitarras, su percusión palpitante, su armónica herida: todo se funde en una plegaria sin palabras para calmar una tristeza que no se sabe explicar.
Pero hay luz en este disco, aunque tenue. "Rise" (una de mis favoritas) y "Melody Calls" ofrecen breves momentos de flotación, como si Doves recordaran que el amanecer, por muy lejano que parezca, siempre acaba llegando. En "Catch the Sun" incluso se permiten un guiño más pop, con riffs contagiosos y una energía que contrasta con el tono general del álbum.
Crear sin fórmulas:
Doves nunca siguió el camino más fácil. Mientras muchos de sus contemporáneos buscaban "el hit", ellos apostaron por construir atmósferas, dejar espacio para la contemplación, y confiar en su instinto. Canciones como "The Man Who Told Everything" o "The Cedar Room", esta última, una de sus piezas más celebradas, son buenos ejemplos de eso. No están pensadas para sonar en la radio ni para llenar estadios. Son canciones que se quedan contigo, que necesitan tiempo para revelarse, y que lo hacen con una honestidad que pocas veces se encuentra en los debuts.
El tema "The Cedar Room", en particular, se alza como el corazón del álbum. Ocho minutos de clímax emocional que combinan letras de ruptura con un mantra instrumental hipnótico. Es, sin duda, una de las cumbres de la banda, y también del indie británico de principios de siglo.
Producción casera con ambición global:
Pocas bandas podrían grabar un disco como "Lost Souls" prácticamente por su cuenta, pero Doves lo hicieron. Sin grandes estudios, sin productores de renombre, excepto Steve Osborne en "Catch the Sun", el trío se encerró durante meses a construir su obra con la disciplina de un ejército. Su experiencia como productores de música electrónica les dio las herramientas para controlar cada detalle del sonido, y eso se nota en la profundidad del álbum. Hay capas que no se descubren en la primera escucha. Ni en la segunda. Este no es una obra para el consumo rápido.
Más que post-Britpop:
Aunque se les suele encasillar dentro del paraguas del post-Britpop junto a Elbow, Travis o incluso Coldplay, Doves siempre ocuparon un lugar propio. "Lost Souls" no busca definir una generación, sino capturar ese instante intermedio entre lo que se fue y lo que está por llegar. En ese sentido, es un disco liminal. Está hecho de recuerdos y de deseos aún no cumplidos. Y quizás por eso sigue resonando tanto tiempo después.
Un legado que aún respira:
"Lost Souls" no fue un superventas, pero sí un disco que caló. Fue nominado al Mercury Prize, y para muchos, críticos incluidos, fue el mejor debut británico desde "Definitely Maybe" de Oasis. Pero, a diferencia del desenfreno de los Gallagher, Doves ofrecía introspección, profundidad y belleza serena.
Años después, sigue siendo un álbum que merece ser redescubierto. No todas las canciones son perfectas, el título homónimo, por ejemplo, es algo disperso, pero el conjunto tiene una coherencia y una honestidad que pocos discos debut logran. "Lost Souls" no es el tipo de álbum que se escucha de fondo. Es uno que exige y recompensa la atención.
¿Por qué deberías escucharlo hoy?
Si estás cansado de la música que suena igual. Si buscas algo que no se limite a gustar, sino a acompañarte. Si quieres un disco que puedas revisitar en distintos momentos y que siempre te diga algo nuevo. Entonces "Lost Souls" es para ti.
Tal vez no lo entiendas del todo en la primera escucha. Tal vez te atrapen solo unas pocas canciones. Pero si te das el tiempo, descubrirás un álbum hecho de cicatrices y luz, de despedidas y comienzos, de humanidad sin artificios.
Disco recomendado:
"Lost Souls" es más que un álbum de debut. Es el testimonio de una banda que decidió renacer y hacerlo con autenticidad. Una obra densa, rica en matices, y emocional. Si aún no conoces a Doves, este es el lugar ideal para empezar. Y si ya los conocías, vale la pena volver. Porque hay discos que no envejecen: simplemente se revelan, una vez más, cuando el momento es el adecuado.
Video del tema "Sea Song":
Tracklist:
1. "Firesuite" (instrumental) 4:36
2. "Here It Comes" A. Williams (verses), Goodwin (chorus) 4:50
3. "Break Me Gently" Goodwin 4:38
4. "Sea Song" Goodwin 6:12
5. "Rise" Goodwin (verses), J. Williams (chorus) 5:38
6. "Lost Souls" Goodwin 6:09
7. "Melody Calls" A. Williams 3:27
8. "Catch the Sun" Goodwin 4:49
9. "The Man Who Told Everything" Goodwin 5:47
10. "The Cedar Room" Goodwin 7:38
11. "Reprise" (instrumental) 1:45
12. "A House" Goodwin 3:40
Banda:
- Jez Williams – guitarras eléctricas y acústicas, coros, programación
- Jimi Goodwin – voz principal (pistas 1–6, 8–10, 12), bajo, guitarra acústica, batería en "Here It Comes", simples
- Andy Williams – batería, coros, voz principal (pistas 2, 7), armónica (pistas 2, 4, 7), sencillos
Músicos adicionales:
- Martin Rebelski – piano en "Here It Comes"
- Stuart Warburton – armónica en "Rise"
- Richard Wheatley – piano y Rhodes en "Firesuite", "Sea Song" y "Break Me Gently"
- Cuerdas en "The Man Who Told Everything" – Kate Evans, Jane Coyle, Barbara Grunthal, Wendy Edison
Producción:
- Todas las canciones fueron producidas por Doves, excepto "Catch the Sun", producida por Steve Osborne con Doves
- "Catch the Sun", mezclada por Steve Osborne, asistido por Bruno Ellingham
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