Este disco no surgió de la nada. Es la culminación de años de experimentación, perfeccionamiento gradual y una creciente confianza en la capacidad de Natalie Laura Mering para fusionar influencias clásicas con su propia perspectiva sobre el amor, la tecnología y la fragilidad de nuestro planeta. Para su lanzamiento en la primavera de 2019, "Titanic Rising" no solo marcó un nuevo capítulo en el catálogo de la artista, sino también un punto de inflexión que la situó entre las voces más distintivas de la composición contemporánea. A continuación, una humilde reseña de "Titanic Rising" de Weyes Blood.
ALBUM: Titanic Rising
Al escuchar "Titanic Rising" de Weyes Blood, me sentí como si hubiera entrado en una conversación entre el pasado y el presente, donde las sensibilidades del pop clásico se dan la mano con las inquietudes actuales. Natalie Mering, la fuerza creativa detrás de Weyes Blood, es una artista que desafía cualquier clasificación rápida. A lo largo de su carrera, ha pasado de la neblina experimental de sus primeras grabaciones a algo mucho más cristalino y directo. "Titanic Rising", publicado el 5 de abril de 2019, es el momento en que todas esas corrientes se fusionan.
Es su cuarto álbum de estudio, producido junto a Jonathan Rado, y se siente a la vez expansivo e íntimo. Inspirado en el brillo dorado de la radio FM de los años 70, explora el cambio climático, el romance condenado al fracaso y los mitos a los que nos aferramos en tiempos de incertidumbre. El título por sí solo invita tanto a la grandeza como al desastre, evocando el famoso naufragio y su peso simbólico. El resultado es una colección de canciones que se siente como una banda sonora para la incertidumbre moderna, filtrada por la calidez del pop barroco.
Un largo camino hacia la claridad:
El camino de Mering hacia "Titanic Rising" está lejos de ser lineal. En sus inicios, incursionó en la vanguardia, incluso pasando tiempo con el colectivo experimental de Portland "Jackie-O Motherf*cker". Su lanzamiento de 2014, "The Innocents", fue silencioso y espectral, seguido dos años después por "Front Row Seat to Earth", que abrazó el rock suave. Ese disco la puso en las listas de fin de año y reveló su fascinación por la crítica social, incluso incluyendo la frase "YOLO" en un lamento sobre el malestar generacional.
Firmar con el sello discográfico Sub Pop en 2017 le dio los recursos para buscar un panorama más amplio, y "Titanic Rising" es el sonido de esa ambición plenamente realizada. Las canciones no están unidas como piezas aisladas; Están diseñados para fluir, cada uno reforzándose al otro.
Inocencia y aceptación:
El álbum comienza con la canción "A Lot’s Gonna Change", una suave pieza de piano que se siente como un consejo transmitido por una persona más sabia. "Intenta dejarlo todo atrás en tu vida", canta, reconociendo que el cambio es inevitable, pero instándonos a aferrarnos a lo que importa. La canción marca el tono de inmediato: melancólica pero nunca ingenua, esperanzadora sin rehuir la realidad. Recuerda la vulnerabilidad de Joni Mitchell, pero con arreglos que evocan los experimentos orquestales de los Beatles.
Andrómeda:
Si hay un momento de "Titanic Rising" que me impactó, es el tema "Andrómeda". Las imágenes celestiales de la canción son más que un simple adorno poético; encarnan el tema recurrente de Mering: que el amor puede sentirse tan distante e inalcanzable como las estrellas. Su voz flota con una claridad cautivadora sobre una instrumentación exuberante, recordándome a Skeleton Tree de Nick Cave, música que te obliga a detenerte, a absorber. Ella lo describió como una canción sobre perder el interés en un romance forzado, pero aún así atreverse a tener esperanza. Esa paradoja, el tira y afloja entre la desilusión y el anhelo, recorre todo el disco.
Alegría con una sombra:
Luego llega "Everyday", un tema alegre que disfraza su inquietud con alegres estribillos. En la superficie, rebosa optimismo: "Necesito un amor cada día", pero en el fondo se esconde una crítica a las aplicaciones de citas y las conexiones fugaces. La música es casi juguetona, con toques de pop de cámara que podrían ser la banda sonora de una tarde despreocupada. Sin embargo, el contraste entre sonido y letra hace la canción aún más cautivadora, mostrando cómo Natalie Mering puede convertir verdades difíciles en formas accesibles.
Películas y el poder de la fantasía:
La canción "Movies" es quizás el tema más audaz de la lista. Comienza en una neblina sumergida, como el dormitorio de la portada del álbum hundiéndose bajo el agua. Oleadas de sintetizador dan paso a la voz de Mering, tensa y fantasmal, mientras medita sobre cómo el cine moldea nuestro imaginario colectivo. La canción no solo trata sobre películas, sino sobre las historias más amplias que nos contamos para afrontarlas. Escucharla es como sumergirse en un sueño, desorientador pero profundamente conmovedor.
"Something to Believe" es una balada de piano que desgarra tanto el anhelo espiritual como el agotamiento. "Dame algo más grande y fuerte que las voces en mí", suplica, articulando las luchas privadas que muchos oyentes reconocerán. Algunos la han escuchado como una canción sobre la desesperación climática, otros como una meditación sobre la salud mental. De cualquier manera, su ambigüedad la hace poderosa, permitiendo al oyente proyectar sus propias luchas en sus palabras.
Más adelante en el disco llega "Wild Time", que quizás sea el reconocimiento más directo de la era en la que vivimos. "Todos están destrozados ahora y nadie sabe cómo", canta, como si resumiera la condición colectiva de nuestros tiempos. La música se construye con acordes jazzísticos y una grandeza melancólica, dejando al oyente suspendido entre la resignación y la frágil esperanza. Es una de esas raras canciones que logra sonar atemporal y completamente actual.
A medida que Titanic Rising se acerca a su final, "Picture Me Better" ofrece quizás su confesión más personal. Escrita en memoria de un amigo que se suicidó, es una conmovedora reflexión sobre la ausencia, el arrepentimiento y el deseo de imaginar a alguien "mejor" en otro mundo. El instrumental de cierre, "Nearer to Thee", regresa musicalmente al número inicial, haciendo eco del himno que se dice que se interpretó cuando el Titanic se hundió. Es un final que equilibra la tragedia con la gracia, recordándonos que incluso cuando las cosas se derrumban, la belleza permanece.
Un álbum que se revela lentamente:
Lo que distingue a "Titanic Rising" no es solo su contenido lírico, sino también su estructura y paciencia. Este no es un disco que revele todos sus secretos a la primera escucha. Personalmente, necesité varias escuchas antes de que la profundidad de la composición se revelara. Al principio, me cautivaron los exuberantes arreglos y las fáciles comparaciones con "The Carpenters" o "Kate Bush". Pero con el tiempo, las palabras empezaron a calar más hondo. De repente, sentí que el álbum me hablaba directamente, como una carta íntima disfrazada de pop panorámico.
La producción, cortesía de Mering y Jonathan Rado, se mueve con cuidado entre la grandeza y la sobriedad. Las cuerdas y los sintetizadores se elevan, pero nunca a expensas de su voz. Es un disco excepcional que suena igual de adecuado para una mañana tranquila con un café que para escuchar con auriculares durante un ajuste de cuentas existencial nocturno.
Parte del atractivo de Titanic Rising reside en su asombrosa capacidad para abordar los miedos contemporáneos sin perder de vista la esperanza. Natalie Mering, también conocida como Weyes Blood, no se deja llevar por la desesperación; en cambio, reconoce el dolor al tiempo que sugiere que la fe, ya sea en el amor, el arte o simplemente la perseverancia, sigue siendo posible. En una época de temor climático, relaciones fracturadas y vidas dominadas por algoritmos, ese mensaje tiene un peso especial.
Por eso, el álbum sigue resonando tras su lanzamiento. No está ligado al ciclo de noticias ni a ninguna moda pasajera. Aborda emociones que no caducan: anhelo, miedo, resiliencia y aceptación.
Disco Recomendado
"Titanic Rising" de Weyes Blood no es solo una colección de canciones; es un mundo cuidadosamente diseñado que recompensa la paciencia y la escucha continua. Desde el exuberante optimismo de "Everyday" hasta la inquietante meditación de "Movies", desde la frágil fuerza de "Andromeda" hasta la elegíaca "Picture Me Better", el álbum equilibra la desesperación con la belleza como pocos discos logran.
Si buscas música que haga más que entretener, música que perdure, inquiete y reconforte a la vez, "Titanic Rising" merece la pena. La recomiendo, no como música de fondo, sino como un acompañamiento para la reflexión. Puede que necesites escucharla varias veces para descubrir su profundidad, pero una vez que te atrapa, no te suelta.
Video del tema "Andromeda":
Tracklist:
1. "A Lot's Gonna Change" 4:21
2. "Andromeda" 4:40
3. "Everyday" 5:07
4. "Something to Believe" 4:45
5. "Titanic Rising" 1:36
6. "Movies" 5:53
7. "Mirror Forever" 5:05
8. "Wild Time" 6:09
9. "Picture Me Better" 3:41
10. "Nearer to Thee" 1:05
Músicos:
- Michael D'Addario (1, 3, 7)
- Brian D'Addario (1, 3, 4, 7, 8)
- Michael Long (1, 3, 4, 7, 8)
- Richard Dodd (1–4, 6–10)
- Leah Katz (1–4, 6–10)
- Daphne Chen (1–4, 6–10)
- Eric Gorfain (1–4, 6–10)
- Drew Erickson (1–4, 6–9)
- Jonathan Rado (2, 5)
- Blake Mills (2, 8)
- Chris Cohen (4, 8)
- Keith Karman (6)
- Walt McClements (9)
- Kenny Gilmore (4 y 8)
- Michael Chadwick (6, 9)


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