Hay álbumes que te reciben con calidez, y hay álbumes que acechan en las sombras, revelándose solo cuando estás listo para escuchar con atención. "Tomorrow’s Harvest", el lanzamiento de 2013 del dúo escocés Boards of Canada, pertenece firmemente a este último grupo. Años después de su lanzamiento, todavía se siente como una transmisión de otro lugar, paciente, inquietante y extrañamente hermoso. Antes de sumergirnos en sus profundidades, vale la pena detenerse un momento para comprender qué hace que este álbum perdure tan silenciosamente en un mundo que rara vez se detiene a escuchar.
ALBUM: Tomorrow's Harvest
Hay algo inquietante en el Oeste americano. Espacios vastos y abiertos. Luces parpadeantes en la distancia. La sensación de que algo no mencionado se desarrolla justo fuera de mi alcance. Cuando escuché por primera vez "Tomorrow's Harvest", el álbum de 2013 de Boards of Canada, sentí esa tensión al instante, como si hubiera sintonizado una señal que no era para mí, susurrada a través de la estática de la radio y paisajes desiertos. Décadas después, todavía suena como un mensaje codificado enterrado en una tormenta de polvo.
El dúo escocés, compuesto por Marcus Eoin y Mike Sandison, no es de los que buscan regresos ruidosos ni nostalgia que busque atención. Su música siempre ha hablado en voz baja, más sentida que escuchada, más absorbida que explicada. Después de "The Campfire Headphase" en 2005, desaparecieron durante casi una década y luego, silenciosa y ominosamente, regresaron con un álbum que no parecía una continuación, sino un ajuste de cuentas.
El regreso que nadie oyó venir:
Publicado el 4 de junio de 2013 por Warp Records, "Tomorrow’s Harvest" llegó a través de un mar de mensajes crípticos, vinilos codificados y coordenadas ocultas. Los fans lo reconstruyeron todo como si fuera una conspiración, pero en lugar de respuestas, el álbum ofreció una reflexión. Nada reaccionario. Nada de desesperación por complacer. Simplemente... paciencia.
La banda llevaba grabando intermitentemente desde 2005, construyendo su estudio cerca de Pentland Hills, en Escocia. Algunos bocetos iniciales se dibujaron durante viajes por la Nueva Zelanda rural. Pero la mayor parte del trabajo cristalizó a la sombra del aislamiento, lejos del pulso de las ciudades. Como dijo Marcus una vez, preferían estar en un lugar "atemporal", donde el calendario no se impusiera al sonido.
El sonido de la erosión:
Si "The Campfire Headphase" coqueteaba con la calidez, las guitarras acústicas y el brillo nostálgico, "Tomorrow’s Harvest" es la fría mañana siguiente. Este es un álbum que ha visto caer los satélites. Desde los primeros segundos de "Gemini", con su fanfarria inquietante y su zumbido sordo como el viento sobre tierra helada, se comprende que no es música para el consuelo. Es música para la observación.
Las texturas analógicas son densas. Las canciones no tienen prisa. "Reach for the Dead" late con una tensión irresuelta. "White Cyclosa" mezcla arpegios retrofuturistas con algo mucho más inquietante. No hay picos dramáticos ni caídas, solo una niebla sonora invasora. Estas composiciones, muchas de ellas sin ritmo, se mueven como sombras sobre la arena del desierto, insinuando cosas enterradas hace mucho tiempo.
Creando terror con precisión:
Lo que hace tan fascinante a "Tomorrow’s Harvest" es lo poco que te exige y lo mucho que te da si te quedas. El dúo está más interesado en crear ambientes que en ganchos. Las canciones suelen comenzar como bocetos, a veces con un solo tono de sintetizador o un bucle melódico. Luego, lenta y casi imperceptiblemente, crecen. No ascendentes como clímax, sino hacia afuera como grietas en el pavimento.
"Jacquard Causeway", inicialmente divisivo, se desarrolla desde la repetición industrial hasta una liberación luminosa. Lo que comienza como una rutina mecánica termina como algo casi sinfónico. "New Seeds" se desenvuelve torpemente con interferencias nerviosas antes de desatar una de las melodías más elegantes que los hermanos han compuesto jamás. Son estos momentos, donde la amenaza se transforma en asombro, los que definen el disco.
Mirando al pasado para vislumbrar el futuro:
Hay una cualidad cinematográfica en este álbum que lo distingue incluso dentro del canon de Boards of Canada. Inspirado en bandas sonoras de finales de los años 70 y principios de los 80 (siglo XX), como John Carpenter, Mark Isham y Wendy Carlos, la influencia es evidente. Piensa en Escape from New York, Blade Runner o El Resplandor. Sintetizadores que retumban como sirenas antiaéreas. Arpegios que se repiten como carretes de cinta rotos.
Los títulos de las canciones lo refuerzan: «Sick Times», «Collapse», «Come to Dust». Incluso «Nothing Is Real», quizás lo más cercano a la familiaridad del álbum, parece una frase grabada en la pared de un refugio antiaéreo de la Guerra Fría. Esa canción, que evoca al querido Roygbiv de su debut «Music Has the Right to Children», difumina la comodidad y la paranoia. Es como si el pasado nos llamara desde una distancia que ya no podemos alcanzar.
Como una flor del desierto:
Y, sin embargo, lo que más me impactó al revisitar "Tomorrow's Harvest" fue lo viva que se siente bajo la superficie. Por ejemplo, "Sundown", un tema que parece brillar con una calidez radiactiva. O "Palace Posy", cuyo ritmo extraño y sincopado y fragmentos vocales fantasmales sugieren brevemente alegría, o al menos un recuerdo de ella.
Estas no son canciones que clamen por tu atención. No exigen movimiento ni celebración. En cambio, sugieren. Se dejan llevar. Esperan a que las notes. Y en una era de constantes bucles de retroalimentación y confirmación algorítmica, esa paciencia se siente revolucionaria.
Cosechando el silencio:
Gran parte del trabajo de Boards of Canada está determinado tanto por la ausencia como por la presencia. Rara vez hablan con la prensa. Actúan aún menos. Su presencia en línea es mínima o inexistente. Publican música bajo sus propios términos, por razones que les son propias. Este misterio ha frustrado a algunos fans, pero también protege la integridad de su creación. El mundo que construyen en "Tomorrow’s Harvest" no es para todos, y precisamente por eso importa.
Décadas después, este sigue siendo su trabajo más sobrio e introspectivo. Pero también es el más unificado y quizás el más esencial. No tiene la nostalgia juvenil de "Music Has the Right to Children", ni la inquietud matemática de Geogaddi, pero sí la sabiduría de la distancia. Habla en el lenguaje de los paisajes, no de las emociones. Confía en que tú completes el resto.
Disco recomendado
Si nunca has escuchado a Boards of Canada, quizás este no sea el lugar para empezar. Pero si estás listo para algo más lento, algo más inquietante, algo que se desarrolla en lugar de actuar, entonces "Tomorrow’s Harvest" merece tu tiempo. Déjalo respirar. Déjalo repetir. Deja que se convierta en el fondo y luego, gradualmente, en el primer plano.
Aquí no encontrarás una catarsis instantánea. Lo que encontrarán es algo más perdurable: un mundo de señales y silencio, decadencia y memoria, flotando en un horizonte árido. Las juntas directivas de Canadá no siguen tendencias. Trazan su propio territorio. Y en este rincón, el futuro ya ha sucedido, y suena así.
Video del tema "Sundown":
Tracklist:
1. "Gemini" 2:56
2. "Reach for the Dead" 4:47
3. "White Cyclosa" 3:13
4. "Jacquard Causeway" 6:35
5. "Telepath" 1:32
6. "Cold Earth" 3:42
7. "Transmisiones Ferox" 2:18
8. "Sick Times" 4:16
9. "Collapse" 2:49
10. "Palace Posy" 4:05
11. "Split Your Infinities" 4:28
12. "Uritual" 1:59
13. "Nothing Is Real" 3:52
14. "Sundown" 2:16
15. "New Seeds" 5:39
16. "Come to Dust" 4:07
17. "Semena Mertvykh" 3:30
Boards of Canada:
- Marcus Eoin – producción, grabación, diseño, arte
- Mike Sandison – producción, grabación, diseño, arte
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