No es nada nuevo, el ingles Perry Blake, lo hizo y sigue haciéndolo
de igual modo. A diferencia de Perry que esta melancólico por los dolores del
amor, Gibson canta a los dolores de las borracheras, del mal vivir y de estar metafóricamente
atrapado del espíritu de Jack Kerouac. Y esto, deliciosamente apoyado y
estructurado en la fibra de la electrónica.
Un trabajo llamativo, innovador, oscuro, moderno y de calidad que lo convierte en un disco recomendado y para escuchar. Engancha y mucho, ya que te recuerda de tantos del pasado y te lleva suficientemente adelante para hacerlo fresco y adictivo. Buen disco.
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