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THE PRODIGY - The Fat of the Land - Album (Revisited)

Todavía recuerdo la primera vez que escuché "The Fat of the Land". No fue un lanzamiento más; fue un acontecimiento cultural. Como fan de The Prodigy desde hace mucho tiempo, había seguido su ascenso en la escena rave del Reino Unido, pero esto era diferente. Fue el momento en que arrasaron e irrumpieron en el escenario mundial. Con su energía desbordante, su sonido que desafiaba los géneros y su actitud descarada, este disco no solo fue su éxito comercial, sino un terremoto. Por estas razones sigue siendo importante.

ALBUM: The Fat of the Land


En el verano de 1997, cuando el pop mainstream estaba dominado por las bandas juveniles y las baladas, surgió un disco del underground británico que se clavó en las listas de éxitos mundiales y no se desvaneció. Ese disco fue "The Fat of the Land" de The Prodigy, una bestia gruñona y con bajos potentes que no solo difuminó la línea entre el rock y el rave, sino que la detonó.

THE PRODIGY - The Fat of the Land - Album

He oído a gente llamarla la banda sonora de la rebelión. Otros simplemente recuerdan haber escuchado el sencillo "Firestarter" por primera vez y pensar: "¿Qué demonios es eso?". Tanto si eres fan de toda la vida como si nunca has ido más allá del ruido superficial, es un álbum que vale la pena revisitar, o si no lo conoces, finalmente descubrir.

De las raíces rave al clamor nacional:


Para entender "The Fat of the Land", necesitas saber de dónde surgió The Prodigy. Nacidos en la escena rave ilegal de principios de los 90 (siglo xx) en Gran Bretaña, nunca se supuso que fueran mainstream. Liam Howlett, el arquitecto musical del grupo, fusionó el jungle, el hip-hop y el techno con el espíritu punk. Su disco de 1994, "Music for the Jilted Generation", fue una protesta en formato breakbeat, un gesto de desdén hacia la legislación anti-rave del gobierno.

Pero lo que vino después fue aún más disruptivo.

THE PRODIGY

Para 1996, el grupo no solo había evolucionado; había mutado. Los temas "Firestarter" y "Breathe" alcanzaron el número uno en el Reino Unido, presentando al público mundial la presencia áspera de Keith Flint, con su aspecto mitad villano de cómic, mitad icono del punk de clase trabajadora. La banda no solo estaba cambiando su sonido; se estaba convirtiendo en un movimiento.

El sonido del caos controlado:


"The Fat of the Land" se publicó el 30 de junio de 1997. Fue un fenómeno instantáneo. Número uno tanto en la lista de álbumes del Reino Unido como en el Billboard 200 de Estados Unidos, vendió más de 10 millones de copias y estableció un récord mundial Guinness como el álbum británico de mayor venta en su época.

Al escucharlo ahora de nuevo, no es solo la energía lo que te atrapa, sino la precisión tras la locura. No son simples himnos rave caóticos; son máquinas sónicas meticulosamente construidas. Cada tema se erige como un monstruo en sí mismo.

"Take Diesel Power", por ejemplo. Con una voz devastadora de Kool Keith, fusiona funk, rap y matices industriales en algo atemporal. Es el tipo de canción que pide a gritos ser escuchada a todo volumen por un equipo de sonido solo para sentir el suelo temblar. Recuerdo haberla escuchado en directo una vez hace años; el bajo no solo te impactaba, sino que té enroscaba en la columna.

Luego está "Breathe". Oscura, nerviosa y claustrofóbica, es a la vez una advertencia y una invitación. La voz de Maxim se arrastra sobre el ritmo como salida de una novela distópica. Se siente peligrosa, incluso ahora.

"Smack My Bitch Up" Polémica entonces, polémica ahora. Pero hablemos de música: esta es una pieza de diseño de sonido salvaje y propulsiva. El sample que la compone, extraído de Ultramagnetic MC, te reta a apartar la mirada. El infame vídeo solo avivó el fuego. Cuando MTV lo prohibió por primera vez, los fans insistieron con más fuerza hasta que se emitió, tarde en la noche, borroso, inolvidable.


Firestarter: himno, provocación, clásico:


"Firestarter" es innegable. Fue, y sigue siendo, un éxito rotundo. Lanzado meses antes del álbum, sentó las bases de todo lo que vino después. Ese bucle inicial, los cortes vocales con fallos, la arrogancia gruñona de Keith Flint, es toda una declaración de identidad. Fuerte, sin complejos y completamente original.

Video de tema "Firestarter":

Recuerdo haber primer visto ese vídeo en la MTV. Flint no se parecía a nadie que hubiera visto antes. No era refinado. No era agradable. Pero tenía presencia. El grito, el delineado, el ritmo. No hacía falta entenderlo. Simplemente había que sentirlo.


Más allá de los éxitos:


Uno de los puntos fuertes del álbum reside en lo que no llega a los titulares.

"Narayan", con Crispian Mills, es como adentrarse en un templo sintético. Es hipnótico, complejo y se va construyendo poco a poco hasta envolverte por completo. Por otro lado, "Mindfields" es un viaje más oscuro e industrial, inquietante, palpitante y ansioso.

"Even Funky Shit" es más de lo que su título sugiere. Es una inmersión intensa en el caos del breakbeat, fusionando influencias garage con raíces rave y una paranoia que te hace sentir como si te persiguieran por la pista de baile a las tres de la madrugada.

"Climbatize" ofrece el momento más contemplativo. La percusión manual y las melodías de Oriente Medio le dan una cualidad de trance casi cinematográfica. Una extraña calma antes de la tormenta en "Fuel My Fire", una versión del tema punk de L7 que cierra el álbum con una nota desafiante.

Legado, pérdida y la silueta de la hormiga:


"The Fat of the Land" no solo marcó un momento en la historia de la música, sino que lo moldeó. Tomó el underground y lo llevó a los estadios. Tomó la actitud del punk y la fusionó con las máquinas. Y dio origen a uno de los logos más reconocibles de la música: la silueta de la hormiga, que marcha hacia la infamia.

El álbum también marca la plena integración de Keith Flint como algo más que un bailarín: su voz, energía e identidad están impresas en él. Lamentablemente, Flint falleció en 2019. Pero su legado perdura, no solo en las canciones, sino en el cambio que generaron. Flint no solo actuó; encendió.

Cuando la gente habla de "rock electrónico", este es el modelo al que se refieren. Aunque después vinieron otros discos más pulidos, "The Fat of the Land" tiene el alma de algo hecho por necesidad, no por diseño. Es un álbum de protesta que suena a disturbio.

Disco recomendado


Décadas después, "The Fat of the Land" sigue siendo imprescindible. Tanto si te gusta el punk, el hip-hop, el dance o simplemente buscas algo contundente, este álbum cumple, una y otra vez. Es potente. Es extraño. Es político sin sermonear. Y cada canción tiene una razón de ser.

Así que si nunca has escuchado a The Prodigy más allá de los éxitos de la radio, este es el lugar para empezar. ¿Y si ya lo has hecho? Siempre hay algo nuevo por descubrir. Incluso ahora.

Video del tema "Breathe":


Tracklist:

1. "Smack My Bitch Up" (con Shahin Badar) 5:42
2. "Breathe" 5:35
3. "Diesel Power" (con Kool Keith) 4:17
4. "Funky Shit" 5:16
5. "Serial Thrilla" 5:11
6. "Mindfields" 5:40
7. "Narayan" (con Crispian Mills) 9:05
8. "Firestarter" 4:41
9. "Climbatize" 6:38
10. "Fuel My Fire" (versión de L7; con Saffron) 4:19

The Prodigy:

  • Liam Howlett – teclados, sintetizadores, sampling, programación
  • Keith Flint – voz en "Breathe", "Serial Thrilla", "Firestarter", "Fuel My Fire"
  • Maxim Reality – voz en "Breathe", "Mindfields"
  • Leeroy Thornhill – baile (sin contribuciones musicales, solo aparece en las fotos y videos musicales de las notas del álbum)

Músicos adicionales:

  • Kool Keith – voz en "Diesel Power"
  • Crispian Mills – voz en "Narayan"
  • Saffron – voz en "Fuel My Fire"
  • Gizz Butt – guitarra en "Fuel My Fire"
  • Jim Davies – guitarra en "Breathe", "Firestarter"
  • Matt Cameron – batería en "Narayan"
  • Tom Morello – guitarra en "No Man Army"

Otro personal:

  • Liam Howlett – producción, ingeniería de sonido, mezcla, dirección artística
    Neil McLellan – ingeniero de sonido.

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