Antes de escribir sobre "Rid of Me", vale la pena detenerse a reconocer qué convierte a PJ Harvey en una figura tan importante de la música moderna. Pocos artistas han logrado combinar vulnerabilidad, ferocidad y experimentación con la misma convicción. Su obra siempre ha sido un desafío para el oyente, una invitación a adentrarse en un mundo donde el blues, el punk y la poesía cruda se fusionan. Con el álbum "Rid of Me", Harvey creó no solo una continuación de su debut, sino una declaración de intenciones definitiva. Lo que sigue es mi intento de analizar en detalle cómo surgió este disco, por qué sigue siendo importante y cómo sigue resonando décadas después.
ALBUM: Rid of Me
Cuando pienso en álbumes que han dejado una huella imborrable en el rock alternativo británico, "Rid of Me" de PJ Harvey siempre encabeza la lista. Publicado en abril de 1993, tan solo un año después de su impactante debut "Dry", no es simplemente una continuación, sino un salto contundente hacia un territorio más oscuro y crudo. Escuchándolo recientemente, décadas después, sigo impresionado por su potencia, su precisión y su deliberado desorden. Es uno de esos raros discos que suenan a la vez completamente de su tiempo y absolutamente atemporales.
De Dorset a Island Records:
Polly Jean Harvey creció en una granja de ovejas en Dorset (Reino Unido), lejos del bullicio de Londres. En 1991, con su primer sencillo, "Dress", ya estaba atrayendo mucha atención. Su debut, "Dry", llegó en 1992 a través de Too Pure Records, repleto de guitarras ásperas y letras provocativas, y rápidamente elevó a Harvey de una forastera rural a una de las nuevas voces más comentadas del rock británico. Casi de inmediato, comenzó la guerra de ofertas. A pesar de sus dudas sobre perder el control creativo, Harvey firmó con Island Records a principios de 1992, y "Rid of Me" se convirtió en su debut con una importante discográfica.
A pesar de toda la atención de la discográfica y el entusiasmo de la crítica, la propia PJ Harvey estaba sumida en un caos. A finales de 1992, la intensidad de las giras, una dolorosa ruptura y la presión de la fama repentina la habían dejado agotada. Se retiró a su hogar en Dorset, donde admitió que apenas comía ni se cuidaba. Fue en este estado de fragilidad, en la tranquilidad del campo, que escribió gran parte de "Rid of Me".
La figura de Steve Albini:
Para plasmar las nuevas canciones, PJ Harvey eligió a Steve Albini, un ingeniero de Chicago conocido por su enfoque abrasivo y directo en álbumes como Surfer Rosa de Pixies. Albini grabó al trío, Harvey a la guitarra y voz, Rob Ellis a la batería y Steve Vaughan al bajo, en tan solo dos semanas en Pachyderm Studios en Minnesota (EE. UU.). Su estilo no se centraba en la refinación. En cambio, colocó micrófonos en la sala, dejó que la banda tocara en directo y conservó cada imperfección. Se puede percibir en la tos audible que abre "Rub 'Til It Bleeds", en los cavernosos sonidos de batería y en los momentos en que los instrumentos parecen abalanzarse sobre ti desde los altavoces.
Algunos críticos de la época consideraron la producción de Albini demasiado dura, aplanando los matices de la escritura de Harvey. Pero yo oigo lo contrario: su negativa a dulcificar el sonido exalta la emoción de las canciones de Harvey. La tensión entre su enfoque en blanco y negro y su escritura matizada y ambigua crea chispas que todavía duelen.
Canciones que calan hondo:
El álbum comienza casi en un susurro con la canción que da título al álbum. La voz de Harvey entra silenciosa, casi con ternura, antes de estallar en un estribillo venenoso: "¿No desearías nunca haberla conocido?". Es la introducción perfecta a la dinámica de alto-bajo-alto del álbum, donde la intimidad y la violencia están a la distancia.
"50ft Queenie", el sencillo que llegó a mis oídos por primera vez en la radio, sigue siendo uno de los dos minutos más feroces del rock. El riff chirría como un cable de alta tensión, Harvey gruñe: "Hey, soy el rey del mundo", y todo se siente como una atracción de feria que podría desmoronarse en cualquier momento. Para mí, esa canción fue un despertar: aquí estaba alguien reescribiendo cómo podía sonar la potencia del rock.
Luego está "Man-Size", presentada dos veces: primero como un asalto de rock con cuerpo, y luego como "Man-Size Sextet", un escalofriante arreglo de cuerdas con Harvey recitando sus palabras como un conjuro gótico. Snake se enrosca amenazante; "Missed" ofrece un raro atisbo de vulnerabilidad melódica, mientras que "Legs" presenta uno de los versos más inquietantes del álbum: "I might as well be dead / But I could kill you instead". Incluso la versión de Bob Dylan, "Highway 61 Revisited", se transforma en una invocación abrupta más que en un homenaje.
La persona vs. la interpretación:
Parte de lo que hace a "Rid of Me" tan genial es la forma en que PJ Harvey difuminó las fronteras entre la persona y el yo. En 1993, apareció en el programa estadounidense "The Tonight Show" con un brillante vestido dorado, el pelo lacado y el delineador de labios corrido, luciendo glamurosa y desafiantemente despeinada a la vez. A solas con su guitarra, cantó "Rid of Me", superponiendo partes de solista y falsete de una forma inquietante y teatral. Para el público estadounidense, podría haber parecido tosca o excéntrica, pero en realidad era una de las representaciones más auténticas de su arte: juguetona, inquietante y desinteresada en ajustarse a las expectativas de cómo debía presentarse una mujer música.
En aquel entonces, la prensa británica no pudo resistirse a proyectar sobre ella, etiquetándola de todo, desde icono feminista hasta "bruja chillona". La propia PJ Harvey se resistía a esas definiciones. "Ni siquiera me considero mujer la mitad del tiempo", dijo en 1993. Al escuchar "Rid of Me", queda claro que estaba más interesada en explorar personajes, mitologías y contradicciones que en hacer declaraciones. Canciones como "Me-Jane" o la ya mencionada "50ft Queenie" no son confesiones literales, sino esbozos teatrales y surrealistas. Esa ambigüedad forma parte de su fuerza perdurable.
Una banda en su apogeo y su desintegración:
Es fácil olvidar que PJ Harvey era, en ese momento, una banda. El bajo de Vaughan y la batería de Ellis le dan al álbum su contundente y primigenia columna vertebral, y la interacción entre los tres músicos es feroz. Sin embargo, entre bastidores, la tensión aumentaba. A finales de 1993, el trío se separó, dejando a Harvey para continuar bajo su propio nombre. La fractura es casi audible en "Rid of Me": tres músicos enfrascados en la interpretación del otro, pero también aparentemente luchando por respirar.
Un disco que sigue siendo importante:
"Rid of Me" se suele agrupar con otras producciones de Albini de la época, como "In Utero" de Nirvana. Ambos discos comparten una crudeza que se resiste a la sofisticación del rock convencional. Pero el álbum de PJ Harvey se siente más íntimo, más peligroso y más personal. Donde Nirvana tradujo el dolor en catarsis colectiva, Harvey lo convirtió en algo más extraño y difícil de categorizar: en parte aullido de blues, en parte actuación teatral, en parte una entrada de diario garabateada con sangre.
Décadas después, el disco sigue siendo cautivador. La revista Rolling Stone lo incluyó entre los 500 mejores álbumes de todos los tiempos, alcanzando el puesto 153 en una edición reciente. Su reputación no ha hecho más que crecer a medida que los oyentes revisitan la década de 1990 y redescubren la singular visión de Harvey. Para mí, "Rid of Me" se erige como el momento más desprevenido y desgarrador de su catálogo, una purga necesaria antes de ampliar su paleta en álbumes posteriores como "To Bring You My Love" y "Stories from the City, Stories from the Sea".
Disco recomendado
"Rid of Me" no es fácil de escuchar. Es abrasivo, a veces impactante, a menudo claustrofóbico. Pero también es catártico, rebosante de inventiva y profundamente humano. Lo que PJ Harvey logró en esas dos semanas en Minnesota todavía suena como un rayo en una botella: el sonido de una artista destrozándose y construyendo algo nuevo a partir de los pedazos.
Si te interesa el rock alternativo, si quieres comprender la historia del blues al punk y las múltiples voces que surgieron en los 90, o si simplemente quieres experimentar música que se niega a ir a lo seguro, entonces "Rid of Me" es simplemente esencial. Es uno de los pocos discos que puedo decir que ayudó a cambiar mi forma de escuchar el rock, y sigue siendo un claro recordatorio de lo poderoso e inquietante que puede ser un gran álbum.
Totalmente recomendado.
Video del tema "50ft Queenie":
Tracklist (formato vinilo):
Cara A:
1. "Rid of Me" 4:28
2. "Missed" 4:25
3. "Legs" 3:40
4. "Rub 'til It Bleeds" 5:03
5. "Hook" 3:57
6. "Man-Size Sextet" 2:18
Cara B:
7. "Highway 61 Revisited" (versión de Bob Dylan) 2:57
8. "50ft Queenie" 2:23
9. "Yuri-G" 3:28
10. "Man-Size" 3:16
11. "Dry" 3:23
12. "Me-Jane" 2:42
13. "Snake" 1:36
14. "Ecstasy" 4:26
Detalles:
- PJ Harvey – voz, guitarra, órgano, violonchelo, violín, productor (6)
- Steve Vaughan – bajo
- Rob Ellis – batería, percusión, coros, arreglos, productor (6)
Técnica
Steve Albini – productor, ingeniería de sonido, mezcla



No hay comentarios:
Publicar un comentario